El petróleo es el recurso energético más empleado en el Perú. Además, conjuntamente, con el gas natural y los líquidos de gas natural representan el 73% del consumo de energía primaria. El Perú es uno de los países del mundo con mayor porcentaje de consumo de energía fósil, un 76% del total del consumo de energía primaria, según el documento “Balance Nacional de Energía 2013”, publicado por el Ministerio de Energía y Minas, MINEM. En un escenario de agotamiento de recursos fósiles y de volatilidad de los precios del petróleo y gas natural, parece lógico e inteligente iniciar un proceso de despetrolización y desmetanización del sector energético peruano.
El discurso vigente repite incansable que la única solución a la preocupante dependencia del petróleo es continuar con los procesos de licitación de lotes petroleros y crear las condiciones para la inversión extranjera, concretamente, menos regalías y mayores beneficios tributarios. La inexistencia de una planificación energética sostenible a largo plazo es el principal mecanismo que deberá desarrollar el Estado peruano para abordar un proceso de transformación de un modelo energético ineficiente, concentrado e insostenible.
Por otro lado, el desenlace de la adjudicación del Lote 192 y la oposición del Congreso del Perú, con la incorporación de una cuarta disposición complementaria final a la ley 30130, ha desvelado la profunda ignorancia en temas energéticos de la actual clase política peruana y sus contradicciones internas, en la fase final de un gobierno nacionalista incapaz de articular un discurso energético coherente y consistente. El Lote 192 se revela como una incomoda herencia para un futuro gobierno peruano, que deberá afrontar el problema de la dependencia del petróleo desde otra perspectiva o existirá un riesgo real de colapso energético, económico y social.