El desquiciado voluntarismo intervencionista estatal ha trastornado el normal comportamiento del sistema eléctrico peruano en los últimos años. Para muestra un botón: en noviembre del año 2018, el coste marginal promedio mensual de la energía eléctrica en barras del SEIN fue de 7,87 $/MWh, sencillamente inaceptable para cualquier mercado eléctrico normal. El intervencionismo estatal no se asocia a la defensa de los intereses de las naciones y pueblos del Perú si no más bien se aboca a la generación de un capitalismo de amigotes o a la construcción de una hegemonía concentrada de poder empresarial en diferentes sectores estratégicos. En el caso del sector eléctrico peruano, el Estado peruano promocionó la construcción de reservas de emergencia, reservas frías y del Nodo Energético del Sur, NES, con una potencia instalada de 210 MW, 1036 MW y 1335 MW, respectivamente. 1581 MW de potencia instalada térmica trasladados al consumidor con cargos especiales a la demanda en la tarifa. Negocios redondos que garantizan un ingreso fijo por potencia a las empresas propietarias de las centrales térmicas de gas/diesel de emergencia, reserva fría o del NES. En este sentido, el voluntarismo estatal ha promovido la aparición de un exceso de potencia instalada eficiente, desde el punto de vista de operación del sistema eléctrico, pero absolutamente ineficiente desde el punto de vista de operación económica. La generación eléctrica en centrales térmicas diesel simplemente sería extraordinariamente oneroso para los usuarios finales y para la competitividad económica del Perú. Una reserva diesel de potencia instalada físicamente existente pero operativamente inadmisible, y por tanto, inutilizable a efectos prácticos para el SEIN. Por tanto, se debería considerar seriamente la necesidad de reemplazar la función de las centrales térmicas diesel por tecnologías renovables más económicas como las centrales solares termoeléctricas, con una capacidad operativa comparable a los sistemas térmicos convencionales. La existencia de centrales térmicas a diesel en el SEIN, con cargo a la tarifa, que no deberán funcionar nunca, ni en los eventos más inesperados, es el coste económico que deberá pagar el usuario eléctrico por el incompetente y desquiciado voluntarismo estatal en construir un capitalismo de amigotes. El estrepitoso fracaso del intervencionismo estatal reflejado en la construcción del NES y su pernicioso impacto en el funcionamiento del sector eléctrico peruano no detiene a los voluntariosos funcionarios del MINEM, que no cesan en su obsesión de relanzar el Gasoducto Sur Peruano, en un nuevo formato. Sin embargo, el objetivo final es el mismo: garantizar la participación del Estado en la construcción de un ducto que suministre gas natural a las desahuciadas centrales térmicas diesel del NES. ¿Por qué el Estado peruano muestra tanta preocupación e invierte tanto tiempo y recursos en un negocio estrictamente privado?, Quizás subsidiar los negocios privados de las empresas mineras con inversiones estatales.