Diversos analistas nacionales e internacionales pretenden demostrar en sesudos estudios que la reducción del precio del petróleo se debe a las intenciones del Reino de Arabía Saudí en reducir la capacidad económica de Rusia, Irán, Venezuela y atenuar sus posiciones díscolas, y paralelamente, destruir el negocio del “fracking” en Estados Unidos y sus ilusiones de independencia energética. Aunque no se debe despreciar la influencia de las intrigas geopolíticas de los grandes productores/exportadores de petróleo en la variación del precio de barril, la situación es muy diferente a los años 80s y la comprobada complicidad saudí-americana en la reducción de precios del petróleo y posterior desintegración de la Unión Soviética.
Un entorno internacional diferente
Actualmente, la situación es diferente a la época de la guerra fría y a las maniobras geopolíticas de los americanos y sus aliados incondicionales en desestabilizar a la Unión Soviética. La recesión económica de los países más industrializados del planeta, la desaceleración de las economías emergentes y la incapacidad de la industria petrolera en garantizar la demanda mundial de crudo a precios relativamente bajos condicionan la situación actual de volatilidad de los precios del petróleo.
Hoy, existen factores mucho más importantes que estimulan la volatilidad del precio del petróleo. Entre esos factores destacan:
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la inevitable llegada del pico mundial de producción del crudo convencional, del rápido declive de producción en los denominados yacimientos maduros y de los escasos descubrimientos de nuevos yacimientos, figura 1, afectará a la incapacidad de garantizar la continuidad de suministro de la demanda en un horizonte cercano.
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la irrupción de los combustibles líquidos no convencionales, hidrocarburos más caros de explorar, explotar y refinar y que, además, presentan irreversibles impactos medioambientales y menores tasas de retorno energético, figura 2.
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La combinación del pico del petróleo convencional y la irrupción de los denominados combustibles líquidos no convencionales – líquidos de gas natural, arenas bituminosas, petróleos extra-pesados, petróleo de aguas profundas y árticas, biocombustibles, shail y tight oil – han creado una situación de inelasticidad de la oferta de los diferentes tipos de petróleo. Así, ante ligeros incrementos de la demanda, el suministro de crudo se realiza con ayuda combustibles líquidos no convencionales a precios excesivamente elevados, figura 3. El precio está limitado por la oferta y el mercado no reconoce los elevados precios marginales de exploración y extracción. El consumidor intentará arreglárselas consumiendo menos y sin pagar más.
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Por otro lado, una leve reducción de la demanda desplaza a los petróleos no convencionales más caros y genera una significativa disminución de los precios del petróleo, figura 3. Se estima que una reducción de la demanda en sólo 1 millón de barriles al día implica una caída en el precio de $110 a $80 dólares el barril. Una reducción adicional en la demanda de otro millón de barriles diarios se reflejaría en una caída del precio por barril hasta $60.
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El elevado precio del petróleo no convencional genera recesión económica en los países incapaces de pagar altos precios del petróleo. La recesión económica destruye la demanda de crudo y provoca una tendencia a la baja de los precios del petróleo. En el sistema capitalista global, la reducción de consumo de recursos energéticos implica una reducción del producto interior bruto, PIB. El crudo a bajo precio es rápidamente consumido en el mercado y los precios tienden otra vez a crecer hasta que los consumidores prefieren prescindir de un petróleo tan caro.
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En resumen, en el mundo se han desvelado las serias limitaciones al modelo de crecimiento infinito del sistema capitalista globalizado, causados por el agotamiento de un recurso natural no renovable indispensable para la creación de bienes y servicios en el gran taller de producción capitalista: la energía barata del petróleo.
Un futuro de desinversiones en el sector petrolero
Una de las consecuencias más destacables de la alta volatilidad de los precios del petróleo será un generalizado proceso de desinversiones en el sector petrolero. Las grandes transnacionales del petróleo están hiperendeudadas y la reducción del precio las empuja a una posible quiebra con la consiguiente crisis financiera y recesión económica global.
La inversión en exploración y explotación es un negocio demasiado arriesgado y no garantiza una rentabilidad adecuada. Los reducidos precios del petróleo afectan a los beneficios de las grandes empresas petroleras. En la figura 4, se observa que las grandes compañías petroleras del mundo realizan ingentes inversiones sin obtener un incremento significativo en la producción de petróleo. Las inversiones en bienes de capital – exploración y explotación – han crecido significativamente desde el año 2000, pero con una rentabilidad insuficiente para obtener las ganancias esperadas.
Las compañías transnacionales no disponen de flujo de caja suficiente, descontadas las inversiones en bienes de capital y otros gastos como los impuestos, para repartir dividendos entre sus accionistas. En la figura 5, se observa la diferencia existente entre los gastos – línea azul – y los ingresos por operaciones ordinarias de las compañías petroleras – línea verde. Las compañías petroleras presentaron entre 2012 y 2014 saldos negativos superiores a 100 mil millones de dólares al año. El desequilibrio financiero incurrido por las empresas del sector petrolero sólo puede ser superado con un aumento de la deuda o la venta de activos. El precio del petróleo se ha mantenido ficticiamente por debajo del coste de producción gracias a un absurdo endeudamiento de las empresas petroleras y con la fe ciega en que los avances tecnológicos y el mercado, en algún momento, reconocerían los precios marginales de producción. Hoy tan sólo se produce un proceso de reajuste en la locura financiera introducida en los negocios petroleros.
Las petroleras deben proporcionar dividendos a los fondos de inversiones y de pensiones y otros accionistas, debido a su capacidad de hundir y elevar las acciones de cualquier compañía. Así, las transnacionales petroleras han anunciado e iniciado las ventas de sus activos para recuperar rentabilidad y disponer de fondos y repartir dividendos a sus accionistas. Asimismo, una forma de obtener flujos de caja es liquidar programas de inversión existentes y abandonar los proyectos de exploración previstos menos rentables. Se prevé que las reducciones sean del orden de miles y miles millones de dólares en los próximos años.
La desinversión de las grandes empresas petroleras representa un inconveniente adicional en la capacidad de descubrimiento de nuevos yacimientos y de aumentarr la producción de petróleo convencional y no convencional en los próximos años con las devastadoras repercusiones para la economía global. Además, un horizonte de reducción de la producción de petróleo a escala global implica reflexionar seriamente sobre el futuro de la sociedad capitalista y su modelo de crecimiento infinito en un mundo finito. La humanidad se sumerge en un peligroso periodo de escasez de energía.
El pinchazo de la burbuja de fracking y el break-even fiscal
Los reducidos precios del petróleo provocarán en unos pocos meses el desplome de la producción del petróleo procedente del fracking en diferentes Estados de América del Norte. El esperado hundimiento del fracking provocará una reducción de al menos un 5% de la producción mundial de combustibles líquidos no convencionales y un elevado incremento de los precios del petróleo con imprevisibles consecuencias para la economía global. En la figura 6, se observa la evolución de la producción histórica y proyectada de petróleo de rocas compactas, obtenidos gracias a la tecnología fracking. En el año 2015, alcanzará el pico de producción, aproximadamente 4 millones de barriles al día, y sólo una arriesgada inyección de recursos financieros a las empresas de fracking permitirá mantener cierta rentabilidad económica. No obstante, se demuestra el reducido periodo de duración del petróleo de rocas compactas. En apenas 7 años de iniciada la explotación de estos hidrocarburos no convencionales se alcanza el pico y se inicia el irreversible periodo de reducción de la producción.
Una nueva recesión económica global se vislumbra, en un futuro no muy lejano, acompañada de la quiebra y posterior rescate de entidades bancarias y financieras que prestaron irresponsablemente dinero a empresas de fracking, creando una burbuja financiera que estallará el 2015. El hundimiento del “negocio” del fracking, además de generar a escala local una crisis económica y financiera en los Estados Unidos, afectará a cientos de miles de puestos de trabajo creados por la ilusión de independencia energética. En la figura 7, se observa la evolución de la creación de puestos de trabajo en Texas y Estados Unidos. Sin Texas, uno de los Estados que más aportan en la producción de petróleo con tecnología fracking, los empleos generados en Estados Unidos entre 2007 y 2014 serían impresentables.
Por otro lado, la disminución de los ingresos provenientes de las ventas de petróleo puede desequilibrar las endebles economías de los Estados dependientes del maná petrolero. En la figura 8, se observa el mínimo valor al que deben vender el barril de petróleo cada país para no provocar graves déficit fiscales en sus economías y evitar conflictos sociales y procesos desestabilizadores. Se observa que precios inferiores a $100 dólares el barril pone en serios aprietos de liquidez económica a varios países productores como Venezuela, Irán, Iraq y Libia.
Los países importadores tampoco pueden disfrutar de un petróleo barato, puesto que las exportaciones de petróleo están estancadas desde varios años, figura 9. Además, las más grandes economías emergentes del mundo disponen de mecanismos y contratos para hacerse rápidamente con el crudo barato remanente que aparece en el mercado, alejando el preciado recurso energético de posibles países compradores competidores menos importantes y poderosos.
La destrucción de demanda en los Estados Unidos, Unión Europea y Japón está siendo absorbida por las economías emergentes, particularmente, por China. La existencia de petróleo en el mercado a precios reducidos es rápidamente asumido por países en procesos de expansión económica. En la figura 10, se observa la reducción de consumo de petróleo en los países ricos y su rápida absorción por países como India y China.
Un horizonte de destrucción de oferta/demanda
Las situaciones descritas en párrafos anteriores traerá como consecuencia obvia un reforzamiento de la alta volatilidad de los precios del petróleo, por cierto, fenómeno apreciable en cualquier materia prima escasa. En los próximos años, se apreciarán periodos de precios reducidos del crudo seguidos por periodos de precios elevados. La alternancia y duración de los mencionados periodos de precios bajos y elevados dependerá de la rapidez del declive de la producción del petróleo. Una cruel y perversa dinámica de destrucción de la oferta y demanda de petróleo.
En la figura 11, se presenta una imagen de Dave Cohen, extraída de su blog “Decline of the Empire”, sobre los incrementos y caídas de precio que experimentará el petróleo en el futuro. Evidentemente, no pretende ser una representación real y fidedigna del fenómeno, pero si incide en los términos cualitativos de la destrucción de oferta/demanda de petróleo en un horizonte no muy lejano.
Conclusión
Bienvenidos a una nueva fase del capitalismo globalizado caracterizado por periodos permanentes e imprevisibles de recesión económica.