El Gasoducto Sur Peruano, GSP, es un cadáver energético que el Estado peruano se dispone a resucitar a través de la Agencia de Promoción de la Inversión, Proinversión. Una actitud obsecuente y servil a los intereses económicos de algunas empresas del sector energético y de construcción de infraestructuras gasíferas. Incluso se ha conformado un Comité en Proyectos de Gas Natural que estará a cargo de la supervisión de los proyectos de transporte y distribución de gas natural, encargados a ProInversión. El Estado peruano, en lugar de aprovechar la oportunidad para replantear un proyecto energético, que permita suministrar energía a las grandes ciudades del sur y dinamizar su economía, pretende descaradamente construir un gasoducto para satisfacer la demanda del artificioso Nodo Energético del Sur. El Nodo Energético del Sur no tiene ningún interés práctico para el país sino dispone de un suministro garantizado de gas natural y cuya existencia sería muy difícil de sustentar sin la construcción del GSP. Las autoridades de la Región del Cusco disponen de la última oportunidad para hacer valer sus derechos y cumplir sus anhelos y esperanzas en relación a un recurso que es aprovechado en otras regiones del país. La primera acción de los habitantes del Cusco es rechazar el continuismo energético estatal y promover la concepción de un nuevo gasoducto, que no suministre gas al Nodo Energético del Sur sino a las grandes ciudades del sur. En este sentido, se presenta una propuesta conceptual de un nuevo Gasoducto del Sur que suministre gas, energía y modernidad a las grandes capitales del sur peruano: Cusco, Arequipa, Juliaca y Puno.