PetroPerú es la empresa estatal más importante del Perú con un volumen de ventas anual, en el año 2016, de más 11 mil millones de soles. Muchos analistas políticos y económicos vaticinan la quiebra económica de la petrolera nacional, en un futuro no muy lejano, por acometer la construcción de una nueva refinería de Talara y por el endeudamiento estatal que conlleva la ejecución de una obra de semejante envergadura. Los análisis periodísticos adolecen de una visión energética a largo plazo y esta circunstancia configura un planteamiento incompleto de las problemáticas, asociadas al sector petrolero peruano, y de las perspectivas futuras del PetroPerú, dentro de una estrategia nacional de despetrolización y desmetanización del sector energético. En este sentido, en el análisis del futuro de PetroPerú, es imprescindible introducir el ineludible componente energético que permita evaluar diferentes escenarios a largo plazo e incorpore los probables condicionantes nacionales e internacionales en su adecuada dimensión e importancia.
PetroPerú y la Estrategia de Despetrolización
Existen más que justificadas razones para iniciar el proceso de despetrolización del sistema energético peruano. Es importante indicar que cuando se habla de despetrolización del sector energético se refiere a desacoplar el sector de transporte de la dependencia del crudo: transporte público y privado; de personas y mercancías; en las ciudades y entre ciudades; por aire, tierra y mar; de defensa, seguridad y emergencia. Entre las razones más importantes y convincentes destacan:
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La falta de descubrimientos de significativas reservas de petróleo. Los últimos descubrimientos importantes de reservas probadas de petróleo nacional, correspondientes a los Lotes, 64 y 67, en explotación, en conjunto suman un total de 141 millones de barriles en reservas probadas, según datos de PerúPetro. En el controvertido y paralizado Lote 39, la empresa española Repsol YPF informó la existencia de 162 millones de barriles de petróleo entre reservas probadas y probables. Si se suman las reservas probadas de los Lotes marginales 8 y 192, equivalentes a 137 millones de barriles, existe un total de 440 millones de barriles de petróleo con acceso al Oleoducto Nor Peruano, a 31 de diciembre del año 2015. Además, las reservas probadas de la costa norte – más de 147 millones de barriles – y del zócalo continental – más de 39 millones de barriles – superan los 187 millones de barriles, en lotes con contratos de explotación. Es decir, la refinería de Talara tendría acceso a reservas probadas equivalentes a 627 millones de barriles de petróleo.
La modernizada refinería de Talara tendrá capacidad para refinar aproximadamente unos 35 millones de barriles anuales. Por tanto, las reservas de 627 millones de barriles existentes podrían suministrar crudo a la modernizada refinería por casi de 18 años, asumiendo que es posible extraer todo el volumen de reservas probadas y probables, de los antes mencionados Lotes en explotación y exploración. Es importante indicar que no se consideran, por su lejanía del Oleoducto NorPeruano, los 61,5 millones de barriles en reservas probadas y probables correspondientes al Lote 95, descubiertos por la compañía petrolera Gran Tierra, que aún no ha iniciado su producción. Tampoco se consideran los casi 7 millones de barriles en reservas probadas del Lote 131, de propiedad de Cepsa y que se refinan casi en su totalidad en la refinería de Iquitos.
Amerita destacar que los descubrimientos más importantes de los últimos 15 años – reservas probadas de 303 millones de barriles en los Lotes 39, 64 y 67 – tan sólo permite garantizar el negocio de la refinería de Talara, por su acceso a la Oleoducto Nor Peruano, con petróleo nacional, para un periodo de algo más de 8 años. Además, los operadores privados entregarán el crudo a PetroPerú a precio internacional. En este sentido, sería muy conveniente para PetroPerú, que el Estado peruano adopte los mecanismos legales para que la empresa petrolera nacional pueda acceder a la mayor cantidad de volumen de petróleo de los mencionados lotes a precios inferiores a los internacionales, en calidad de socio o dueño de los Lotes. El precio a pagar por PetroPerú por el insumo para la refinería de Talara es una variable muy importante a considerar en el motor de cálculo de rentabilidad de la multimillonaria inversión realizada.
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La reducción en calidad de los nuevos yacimientos descubiertos. Exceptuando los Lotes 64 y 131, con petróleo ligero, los Lotes 39, 67 y 95 presentan aceptables volúmenes de petróleo pesado, que es necesario disolver previamente para su transporte por el Oleoducto Nor Peruano. De todos los Lotes, asociados a nuevos descubrimientos, sólo el Lote 131 está en fase de producción, algo más de 3 mil barriles diarios de un petróleo ligero de 46 API, pero su producción es refinada en Iquitos para el uso local.
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La inexorable reducción de la producción de petróleo nacional. A pesar de la puesta en producción de los nuevos Lotes, con aceptables volúmenes de petróleo descubiertos, y la futura supuesta recuperación óptima de la producción en Lotes depletados, es poco probable que la producción nacional de petróleo supere los 120 mil barriles diarios, entre ligero y pesado, en los próximos 10 años. Además, para garantizar el flujo de crudo para el funcionamiento de la refinería de Talara tan sólo es necesario una producción igual a 100 mil barriles diarios, estimando un margen de almacenamiento diario de 5 mil barriles. En este sentido, el límite de máximo volumen de refinamiento de Talara es un valor que debería ser considerado como el techo de producción nacional en los próximos 40 años y asociarlo a una política de exploración y explotación escalonada, planificada y controlada de los escasos recursos petrolíferos en el país, y respetuosa con el medioambiente y con los inalienables derechos de las poblaciones amazónicas. Incluso se debería prohibir la exportación de crudo, como en EEUU, con el objetivo de garantizar el flujo de crudo nacional a la refinería de Talara en un horizonte temporal de algunas décadas.
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La excesiva dependencia de la economía nacional de un recurso fósil escaso y contaminante. El 95% del consumo energético del sector transporte en el Perú corresponde a derivados de petróleo. Un proceso planificado de despetrolización del sector energético peruano debería reducir al máximo el consumo de derivados de petróleo y de otros recursos fósiles en un horizonte temporal inferior 10 años.
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El elevado coste de subsanación de los pasivos medioambientales. Las empresas privadas, una vez finalizadas sus actividades de explotación, abandonan el país y dejan un legado de destrucción en los territorios explotados. El Estado peruano debe encargarse de subsanar amplios territorios contaminados e inservibles para actividades humanas. Como ejemplo, la subsanación del impacto medioambiental en los Lotes 8 y 192 se estima entre 100 y 1000 millones de dólares de inversión estatal.
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La aparición de modernas tecnologías de transporte menos contaminantes y con elevada versatilidad operativa. La electrificación del transporte en el Perú es el desafío más importante que deberá abordar el Estado peruano. Un proceso de electrificación que debería estar asociado a un proceso de industrialización de la industria del transporte – vehículos eléctricos, autobuses eléctricos, trolebuses, tranvías y trenes. Un sistema de transporte electrificado en las ciudades y entre ciudades para el transporte de personas y mercancías, así como el empleo de combustibles alternativos en el transporte aéreo y marítimo permitirá abordar al país con menos riesgos un futuro sin gas y petróleo.
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La electrificación del transporte. La necesidad de modernizar, electrificar, ordenar y reducir el consumo energético y las emisiones contaminante en el sector del transporte es un clamor popular que la incompetente clase política peruana es incapaz de abordar. En el Perú, la electrificación del transporte es uno los últimos trenes de industrialización que la sociedad peruana dispone para modernizar sus infraestructuras a escala nacional. Además, la electrificación del trasporte permitirá incrementar el consumo eléctrico y modernizar el sistema de distribución de las grandes ciudades, en su proceso de conversión hacia redes de distribución eléctricas inteligentes.
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La necesidad de garantizar la invulnerabilidad energética del sector del transporte. La economía del Perú depende excesivamente de los derivados del petróleo y la volatilidad de los precios internacionales pueden trasladar serias distorsiones a la estabilidad macroeconómica del país. En este sentido, el proceso de despetrolización se basa en la elaboración e implementación de una estrategia nacional a largo plazo que minimice el consumo de derivados de petróleo, exclusivamente, al sector privado. Los usuarios privados de vehículos fósiles, por tanto, deberán asumir las variaciones del precio del petróleo o adherirse a un sistema de transporte público.
Se observa que dentro de una perspectiva de despetrolización del sistema energético nacional, la construcción de una nueva refinería no es una prioridad, puesto que el objetivo fundamental de una estrategia de despetrolización, integrada en un estrategia global de transformación del modelo energético actual, es reducir al máximo el consumo de derivados de petróleo en el país. Por tanto, la refinería de Talara debe ser analizada desde una perspectiva desapasionada, que permita evaluar diferentes escenarios futuros y plantear propuestas y recomendaciones al Estado peruano, con el objetivo principal de recuperar la multimillonaria inversión estatal realizada. La recuperación de la inversión se debe basar en la elaboración de una estrategia a largo plazo de minimización de riesgos y de maximización de las oportunidades de éxito de la nueva refinería, en un escenario local e internacional cuanto menos complejo y con importantes incertidumbres.
Refinería de Talara: Excusas y Hechos Consumados
El Ex-Ministro de Energía y Minas, Gonzalo Tamayo, en una de sus últimas entrevistas, en línea con antiguos altos cargos del sector energético peruano, declaró que la construcción de la nueva refinería de Talara respondía al interés del Estado peruano en asegurar la preservación de la calidad del aire y de la salud pública, puesto que la nueva refinería permitiría reducir los niveles de azufre en los combustibles hasta 50 partes por millón, cumpliendo así con la Ley N° 30130, que declara de necesidad pública e interés nacional la prioritaria ejecución de la modernización de la Refinería de Talara.
Las razones de la construcción de la nueva refinería de Talara no deberían plantearse como sanitarias o medioambientales. En realidad, la nueva refinería de Talara es mucho más que una instalación de producción de combustibles menos contaminantes y perniciosos para los transeúntes nacionales. Es una excusa un tanto infantil y ridícula, ningún país se gastaría casi 6000 millones de dólares en que sus ciudadanos puedan respirar un aire menos contaminado de azufre, mejor invertir ese dinero en la creación de un sistema de transporte electrificado y en la elaboración de mecanismos para minimizar el uso de vehículos con motores a combustión fósil. Las razones reales del proyecto estatal de modernización se deberían enmarcar en una perspectiva de soberanía nacional. No obstante, el Estado peruano, sin perspectiva a largo plazo y sin capacidad de evaluar la tendencias internacionales del sector petrolero en el mundo, sólo esgrime absurdas y contradictorias excusas de preservación sanitaria y de un muy enrevesado concepto de seguridad energética para justificar un proyecto energético de multimillonarias inversiones.
La nueva refinería de Talara se debería considerar como el último intento del Estado para la capitalización de un recurso fósil escaso y de cada vez más complicada exploración y extracción a escala local. Además, el entorno internacional de la industria del petróleo es muy complejo y de difícil pronostico a corto y mediano plazo por el agotamiento de los recursos petrolíferos y los conflictos bélicos y convulsiones políticas que afectan a los principales productores mundiales: Arabía Saudí, Rusia,Venezuela, Irak, Irán y Libia. A largo plazo, el objetivo es despetrolizar el país y transformar el modelo de suministro energético del sistema de transporte para precisamente no depender de la volatilidad de los precios internacionales del petróleo.
Hace unos años el Ex-Ministro Carlos Herrera Descalzi declaró que el coste de la nueva refinería durante el gobierno de Toledo se estimaba en 700 millones dólares. Durante el gobierno de Ollanta Humala, el coste de la refinería se incrementó de 1300 a 3 mil 500 millones de dólares, cuando se hizo público el presupuesto, denominado Open Book Estimate, OBE, presentado por la empresa española Técnicas Reunidas a cargo de la ejecución del proyecto. El 29 de mayo del 2014 se firmó el contrato del Proyecto de Modernización de la Refinería de Talara, PMRT, en ese momento, aunque no se presentaron cifras oficiales, el gobierno de Humala estimaba que la inversión ascendía a 3 mil 500 millones y se proyectaba su puesta en marcha a partir del 2017.
En marzo del 2017, PetroPerú hizo público el texto del contrato con la empresa española Técnicas Reunidas para la construcción de la nueva refinería de Talara. Según la información presentada por la empresa petrolera nacional, las inversiones totales suman 5 mil 400 millones de dólares, desagregadas de la siguiente manera:
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500 millones en obras preliminares realizadas por Petroperú;
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2 mil 730 millones para la construcción de la nueva refinería de Talara;
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815 millones para las denominadas inversiones complementarias – planta de ácido sulfúrico, planta de nitrógeno, desalinización del agua de mar y planta de energía eléctrica;
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800 millones por pago de intereses de la etapa pre-operativa;
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600 millones en intereses, debido a los retrasos en la construcción de la refinería.
Asimismo, se presentó la fecha orientativa de finalización de la construcción la nueva refinería, ya no será el año 2017 sino el año 2020. Cesar Gutierrez, un perspicaz e inteligente analista energético, sugiere que el coste publicado por PetroPerú se incrementará en 270 millones de dólares adicionales, debido al retraso asociado con el proceso de licitación de las instalaciones de servicios auxiliares. En resumen, la nueva refinería de Talara, considerando los intereses por retrasos en la construcción y pagos pre-operativos; además de los costes adicionales por las inversiones en servicios auxiliares y posibles pagos por retrasos asociados a estas instalaciones, asciende a 5 mil 670 millones de dólares.
Estableciendo, con meridiana claridad, que la evolución del incremento de la inversión asociada a la construcción de la refinería debe ser auditado, transparentado y sincerado, puesto que inducen a serias sospechas de sobrecostes, sobredimensionamiento y corruptelas, la nueva refinería de Talara se ha convertido en lo que criollamente se denomina un hecho consumado, algunos incluso asocian esta circunstancia con un tubérculo nacional muy consumido en la gastronomía peruana. Una bomba de tiempo heredada de la pareja presidencial encarcelada y cuyos despropósitos, caprichos y actividades delictivas deberán ser pagados con el dinero, sudor y lágrimas de todos los peruanos.
Escenario Futuro Ideal: El Alineamiento de los Planetas
En la actualidad, según datos de Técnicas Reunidas, a finales de junio de 2017, la nueva refinería presenta más de un 60% de avance. La nueva refinería de Talara es, por tanto, un hecho consumado, y para que no termine siendo un elefante blanco, el Estado peruano deberá elaborar una estrategia decidida y clara de reforzamiento y potenciación empresarial de PetroPerú. Entre los elementos claves de la mencionada estrategia destacan:
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La planificación de la exploración y explotación de los recursos petrolíferos en función del valor máximo de tratamiento de crudos que tendrá la modernizada refinería de Talara: 95 mil barriles diarios. El Perú cuenta con escasos recursos petrolíferos o éstos se encuentran en territorios con una gran biodiversidad o con una resistencia social difícil de superar, por las infaustas experiencias del pasado con las poblaciones locales. En este sentido, se deberá utilizar parte de la ganancias de la refinería de Talara en la subsanación de los pasivos medioambientales, puesto que el Estado peruano es incapaz de obligar a las empresas privadas a cumplir con ese compromiso de reparación ambiental.
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La elaboración de un nuevo mapa de lotes petroleros que garantice los derechos de las poblaciones locales sobre sus territorios ancestrales y que elimine del mapa existente, en la actualidad, vastos territorios de la selva y el zócalo continental por su compleja y frágil biodiversidad. Se deberá evaluar y cuantificar si es más importante extraer reducidos valores de petróleo pesado o petróleo ligero a grandes profundidades o la defensa de un territorio con gran biodiversidad e única en recursos naturales.
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La elaboración de un marco normativo que entregue los lotes en explotación en propiedad a PetroPerú, que le permita negociar contratos de participación, asociación o tercerización con inversores interesados. El Estado peruano, en lugar de generar un marco de participación de PetroPerú en la exploración y explotación de lotes petroleros, ha entregado y ampliado las concesiones de los lotes petroleros a empresas privadas, que evidentemente venderán a PetroPerú el crudo extraído a precios internacionales. En la actualidad, el Decreto Ley 1292/2016, en su artículo 4, establece que PetroPerú puede participar en las actividades de exploración, siempre asociada con empresas que asuman el íntegro de la inversión y del riesgo correspondiente. Un esquema que puede funcionar temporalmente pero que no es suficiente para garantizar un flujo de petróleo barato en los próximos 40 años de probable existencia de la nueva refinería de Talara.
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El adecuado análisis y monitoreo de la evolución de la situación internacional del mercado de petróleo en los próximo años. La Agencia Internacional de la Energía, AIE, en el informe denominado World Energy Outlook, presentado en noviembre del año 2016, informó que el número de nuevos proyectos de exploración se redujeron a niveles del año 1950, y no se observan indicios de recuperación en el año 2016. El volumen de inversiones en nuevos proyectos se ha reducido significativamente por tercer año consecutivo. Si esta tendencia se mantiene en el año 2017, la industria petrolera deberá realizar esfuerzos sin precedentes para reducir la brecha que se puede crear entre la oferta de crudo y la recuperación de la demanda de petróleo, causado por un nuevo ciclo de crecimiento económico en los países emergentes. Si la oferta no puede ajustarse a un esperado incremento de la demanda de crudo mundial, es muy probable que, a principios de la década de 2020, se genere un nuevo de periodo de precios elevados del crudo asociado a un nuevo ciclo expansión/recesión. Si este periodo de elevados precios del crudo y de los derivados de petróleo se mantiene por varios años, la nueva refinería de Talara se encontrará con un escenario internacional imprevisto de altos precios del petroleo. Un escenario propicio que le permitiría garantizar y recuperar la multimillonaria inversión realizada anticipadamente.
Conclusiones
La construcción de la nueva refinería de Talara no juega un rol fundamental en el proceso de despetrolización del sector energético peruano. La nueva refinería de Talara se debe enmarcar dentro de una estrategia de recuperación de la soberanía nacional sobre los recursos naturales y finalizar con el nefasto y pernicioso proceso de privatización iniciado en los años noventa de los recursos estratégicos nacionales. Asimismo, La evolución de los costos de la nueva refinería de Talara deberán ser transparentados y auditados para cerrar definitivamente la discusión sobre las corruptelas y negociados, que ensombrecen la gestión de PetroPerú. Por otro lado, para que la nueva refinería pueda tener una rentabilidad adecuada y le permita honrar sus deudas, el Estado peruano deberá elaborar una estrategia clara y decidida de reforzamiento y potenciación de las actividades de la empresa petrolera nacional. Esa estrategia deberá centrarse en dos aspectos:
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creación del entorno legal para garantizar el flujo de crudo nacional barato a PetroPerú, y no a precios internacionales.
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Proceder a la electrificación del transporte en el Perú, minimizando el consumo nacional de derivados de petróleo, que permita a PetroPerú exportar sus productos a mercados internacionales a precios competitivos. La exportación de derivados de petróleo no afectará el abastecimiento del consumo interno, puesto que la refinería de La Pampilla podrá asumir el suministro local remanente de transporte fósil.
Asimismo, se deberán conjugar algunas circunstancias y condiciones internacionales óptimas para la aparición de un nuevo periodo de precios internacionales elevados de los derivados de petróleo, que permita a PetroPerú recuperar la inversión realizada y honrar sus deudas con el Estado y la sociedad peruana.