ESCENARIOS ENERGÉTICOS POST-CAMISEA

En el año 2004, la llegada del gas de Camisea a la costa peruana significó el inicio del proceso de metanización del sistema energético peruano. La falta de visión y perspectiva estratégica del Estado peruano, y por tanto, su incapacidad de analizar y evaluar con seriedad las tendencias internacionales en el sector energético y las posibles futuras amenazas a la estabilidad energética y económica del país, le impide disponer de una estructura estatal de planificación y prospectiva energética a largo plazo para la generación de posibles escenarios energéticos futuros. La debilidad e incapacidad institucional del Estado, unido a su secular pusilanimidad y timidez en los procesos de negociación de las condiciones para la inversión extranjera, profundiza la desconfianza social en que el Estado sea capaz de generar e implementar los mecanismos, emprendimientos y políticas necesarias para transformar la realidad energética peruana, en un horizonte no muy lejano.

En cualquier Estado serio y moderno, la vergonzosa perdida de la capacidad de direccionar sus recursos naturales para garantizar el desarrollo integral y sostenible de sus conciudadanos, se consideraría como una gran tragedia. Sin embargo, en el Perú, se realiza una lectura adocenada de la perdida de soberanía de los recursos naturales, y se traslada a la opinión pública un sentimiento de imposibilidad de renegociación de los contratos, bajo el absurdo legal que los contratos son eternos, intocables e inmodificables. Sin pretender que los escenarios post-Camisea planteados sean definitivos, se presentan dos escenarios globales: un escenario de tendencia renovable, que garantice la transformación del actual sistema energético peruano; y un escenario de tendencia fósil, basado en la supuesta existencia de gas de Camisea por innumerables décadas.

Escenario Fósil: Escenario del Colapso Energético

El descubrimiento del gas de Camisea planteó la posibilidad de construir un escenario de desarrollo de la industria petroquímica nacional a largo plazo, primordialmente, y de transición controlada hacia un sistema energético renovable y sostenible a largo plazo. Los defensores del escenario fósil han posicionado una descabellada idea en el Perú: el gas natural es limpio y prácticamente inagotable, a pesar de décadas de falta de nuevos descubrimientos o de significativo incremento de las reservas probadas existentes. Un análisis erróneo inexorablemente conduce a un camino equivocado de decisiones irreversibles: una cadena de equivocaciones.

El Estado peruano, en su falta de perspectiva energética y afán de inmediata captación de inversión privada, priorizó inicialmente la utilización del gas natural en la generación eléctrica, básicamente, y en el transporte privado. No se analizó la existencia de innovadoras tecnologías de cogeneración y trigeneración, con elevados rendimientos y reducido impacto medioambiental, que hubiese permitido la modernización de las industrias nacionales y el aumento de su competitividad, a escala internacional, al garantizar a la industria local el acceso a una energía barata y al priorizar la capacidad de producir energía eléctrica, calor y frío en las zonas industriales de la capital.

En cambio, se permitió la proliferación de centrales de gas de ciclo simple, en manos de algunos grupos económicos y oligopolios eléctricos. Las dos terceras partes de la capacidad energética del gas natural se perdió en los humos residuales y en un proceso termodinámico ineficiente. Además, la energía eléctrica producida se transmite de Chilca a Lima con las correspondientes pérdidas de transmisión y distribución. Los defensores de la generación eléctrica en turbinas de ciclo simple, a día de hoy, no han calculado ni el impacto económico ni las pérdidas eléctricas ni la contaminación ambiental, causada por esa errónea e infausta decisión. Posteriormente, las centrales de ciclo simple se convirtieron en ciclos combinados, cuando tenían garantizada una posición hegemónica en el mercado eléctrico. La debilidad institucional del Estado peruano, sin querer queriendo, condicionó la aparición de dos graves problemas a largo plazo: una zona de alta concentración térmica dependiente de un único ducto desde Camisea y un exceso de potencia térmica instalada.

La segunda fase de la explotación inmediata y sin visión estratégica del gas de Camisea destrozó el sueño nacional de la creación de una industria petroquímica para la fabricación de urea, plásticos y explosivos en un horizonte de varias décadas. El Estado peruano decidió exportar el gas natural a México para alimentar las centrales térmicas de ciclo combinado fuera del territorio nacional. Encerrado en una lógica de exportación de recursos primarios y en las ansias de obtener regalías a cualquier precio, los errores estratégicos del Estado peruano condicionan la capacidad de subsistencia y resiliencia de las futuras generaciones. Un fracaso más que importa para un Estado que decidió mal vender, en el extranjero, un recurso que podría haber generado una industria petroquímica, un tejido industrial, un importante número de profesionales cualificados y un excepcional valor añadido a un recurso escaso y con fecha de caducidad en el tiempo.

Entrampado en una situación energética surrealista, el Estado peruano ha decido continuar en su tónica de incompresibles errores estratégicos, en una tercera fase de explotación del gas de Camisea: la masificación del gas natural en el sector doméstico y el suministro de gas al nodo energético del sur, actualmente funcionando en calidad de reserva fría a diesel. La construcción del gaseoducto sur peruano, GSP, obedece más a la necesidad de continuar con absurdas e injustificadas megaconstrucciones que a una política seria de visión estratégica a largo plazo.

En el sector energético mundial, países dependientes y exportadores de hidrocarburos elaboran planes para electrificar la cocción de alimentos, el calentamiento de agua y el transporte de personas y mercancías. En cambio, en el Perú, un Estado institucionalmente débil, sin visión a largo plazo y perspectiva histórica, pretende masificar el consumo de gas natural en el sector doméstico sin disponer de las reservas necesarias de gas y sin proporcionar las garantías de sostenibilidad en el tiempo de una multimillonaria inversión, que afectará indefectiblemente a los usuarios domésticos, debido a un costo inadmisible del gas natural y de la energía eléctrica en el futuro.

Lo más grave e incomprensible de la construcción del GSP, es que el Estado subvenciona un negocio privado de más de 7000 millones de dólares por los usuarios eléctricos a través de una tarifa artificialmente inflada. Si es un negocio tan rentable, como la explotación y construcción del ducto del gas de Camisea a Lima, porqué el Estado peruano debe garantizar la rentabilidad de un negocio privado que puede propiciar el colapso del sector energético peruano y de la endeble economía nacional. En menos de dos décadas, la previsible incapacidad de los yacimientos de gas natural de satisfacer la demanda del gaseoducto del sur y del ducto a Lima implicaría, por un lado, la necesidad de importación de gas natural a precios elevados, en un probable escenario de agotamiento de recursos naturales a escala global, y por otro lado, la construcción de una infraestructura de regasificación de gas licuado importado, que incrementará significativamente el coste del gas natural para usos domésticos.

Los futuros usuarios de gas natural doméstico, tanto en Lima como en el sur del Perú, deben disponer de la opción de negarse a firmar contratos de suministro de gas onerosos a sus intereses, en el caso de que los precios de suministro doméstico del gas natural sean condicionados por elevados precios de importación y por la construcción de complejas infraestructuras de regasificación de gas licuado. En este sentido, las asociaciones de usuarios, las organizaciones comunales y los municipios deben analizar, con seriedad y rigurosidad técnica, la probable situación de dependencia de un gas natural importado a precios exorbitados y proceder a elaborar planes de contingencia y escenarios alternativos a la dependencia foránea del gas natural. Los usuarios domésticos podrían ser testigos de una situación tan sorprendente como cantinflesca: pagar un gas natural licuado importado a elevados precios internacionales, mientras se continua la exportación del gas natural de Camisea a precios vergonzosamente irrisorios. El Perú ya vivió la triste experiencia de convertirse de un país exportador de petróleo a un país importador de derivados de petróleo, en tan sólo un par de décadas. Por tanto, tarde o temprano la producción del gas de Camisea alcanzará su cenit de producción e iniciará su irremediable declive.

Escenario Renovable: Escenario Sostenible a Largo Plazo

La vulnerabilidad e insostenibilidad del sistema energético peruano exige la elaboración e implementación de un Plan Nacional de Energías Renovables que permita satisfacer la demanda eléctrica de un sistema de transporte electrificado de personas y mercancías, en las ciudades y entre ciudades; sustituir la generación eléctrica de las centrales de ciclo combinado y garantizar la muerte funcional de la aberración energética denominada nodo energético del sur; y sustituir el consumo de hidrocarburos en los sistemas de cocción y de calentamiento de agua en el sector doméstico.

El Perú ha iniciado la construcción de una segunda línea de metro, certificando su apuesta por la electrificación del sistema de transporte. No se valorará, en este artículo, el excesivo coste del mencionado sistema de transporte eléctrico, que podría implicar la existencia de negociados y corruptelas, ni tampoco la impertinencia de la construcción de una línea troncal de transporte masivo sin proceder al ordenamiento de las rutas secundarias y su correspondiente electrificación. Por otro lado, las subastas renovables trituran, edición a edición, los precios de generación de energía renovable. A día de hoy, los sistemas renovables demuestran su capacidad técnica y económica de sustituir a los sistema convencionales de generación eléctrica.

En el Perú, los precios renovables son muy competitivos. No es correcto comparar los precios de energía renovable con los precios del gas subvencionado de Camisea. En un escenario futuro de sustitución de las centrales de ciclo combinado, la comparación correcta a realizar es la proyección a la baja de los precios renovables frente a los precios futuros de la energía eléctrica de los ciclos combinado, sin subvención de Camisea y con elevados precios de gas natural licuado importado. Adicionalmente, en el cálculo del precio de la generación eléctrica de origen térmico, se deberá incluir la recuperación de las inversiones en las infraestructuras de regasificación del gas.

Conclusiones

El Estado peruano es institucionalmente débil e incapaz, en la actualidad, de elaborar una estrategia de sustitución planificada del gas de Camisea, por tanto, se propone los siguientes lineamientos generales para revertir el probable riesgo de situación de colapso al que se puede enfrentar el sector energético peruano en las próximas décadas:

  • Iniciar un proceso de renegociación inmediata del contrato de explotación del gas de Camisea. El objetivo de la renegociación es recuperar la soberanía del Estado sobre un recurso estratégico y revertir la exportación del gas natural al extranjero.

  • Paralizar el proceso de concesión de la construcción del GSP, por no responder a una estrategia a largo plazo de sustitución de la dependencia de recursos fósiles en el sector energético.

  • Utilizar los más de 7000 millones, que el Estado está dispuesto a invertir en la construcción del GSP, en la creación de una empresa de capitales públicos y privados para el desarrollo de un polo industrial petroquímico en la región de Ica, evitando la construcción de faraónicos gaseoductos.

  • Promocionar planes y mecanismos de subvención para la sustitución de cocinas y calentadores de agua a gas por cocinas de inducción y sistemas renovables de calentamiento de agua con apoyo eléctrico.

  • Elaborar un Plan Nacional de Energías Renovables que inicie un proceso de sustitución de las centrales de ciclo combinado por un mix de sistemas renovables de generación eléctrica, gestionables y no gestionables, en un periodo no superior a 15 años. El reemplazo de las centrales de ciclo combinado permitirá aumentar el tiempo de funcionamiento de la industria petroquímica.

  • Concluir la conexión eléctrica con el Ecuador e instalar en el sur del Perú la suficiente potencia eléctrica renovable, que garantice la no utilización de la reserva fría a diesel y que permita declarar al nodo energético del sur monumento a la debilidad institucional y a la incapacidad de visión estratégica del Estado peruano.