El Perú se ha consolidado en las últimas décadas como una economía emergente. El PIB per capita del país se ha duplicado desde el año 1995 al año 2010. El Perú a finales del año 2010 es una economía con un volumen de negocio de 150 mil millones de dólares. Si se exceptúa el año 1998, el Perú presenta un crecimiento positivo de su PBI desde el año 1993. Las previsiones de agentes internacionales indican que el Perú cerrará el año 2011 con un incremento del PBI en un 7% aproximadamente. El MEF informó, recientemente, que el Perú crecerá a un ritmo superior al 5% anual entre los años 2011-2013. Los irrefutables éxitos macroeconómicos no se han visto complementados por una política energética sería, inteligente, responsable, en resumen, en el Perú no existe una visión a largo plazo de la evolución del sector energético. En el Perú, simplemente, no existe un Plan Energético a largo plazo.
Un modelo energético vulnerable y dependiente
El modelo energético peruano actualmente existente es dependiente, vulnerable e insostenible y, además, no presenta signos de ser un elemento de inclusión social, algo que tanto hace falta a una sociedad que, a pesar de sus insuperables cifras macroeconómicas, no ha distribuido correctamente la riqueza entre sus ciudadanos, creando incumplidas expectativas a aquellos que no se benefician con el crecimiento económico.
El modelo energético actual peruano está basado, principalmente, en la utilización del petróleo, el gas natural y sus correspondientes derivados, que conforman un 72% de la energía primaria total, las biomasas de subsistencia – leñas, bosta, yareta, bagazo y otros- representan un 13%, en tanto, la energía hidráulica aportó casi un 11% del total de la energía primaria anual consumida en el año 2010. El 4% restante se lo reparten entre el carbón y la energía solar, con un 4 y un 0,05% respectivamente.
Irresponsable adicción al petróleo y gas de Camisea
El saldo total de la balanza comercial del petróleo y sus derivados es negativo, lo que hace al Perú un país peligrosamente dependiente de las incertidumbres geoenergéticas, geopolíticas y financieras que influyen en la volatilidad del precio del petróleo importado. Además, las emisiones de la combustión del petróleo en el parque automovilístico acentúan la problemática de contaminación ambiental de las grandes ciudades peruanas.
La entrada en explotación del Gas de Camisea ha permitido definir las bases de un sistema económico basado en la explotación de un recurso natural barato y algo menos contaminante que el petróleo, pero que ha generado una incomprensible dependencia del gas en el sector eléctrico y en el sector del transporte urbano.
Se ha creado tal adicción al gas de Camisea en la sociedad peruana que si no se adoptan las medidas adecuadas para iniciar un proceso de sustitución del gas de Camisea, en un horizonte de 20-30 años, se corre el riesgo de depender de precios exorbitados del gas para el funcionamiento de la economía de las próximas generaciones.
El Perú ya no es sólo es adicto al petróleo sino, además, al gas… y al gas de un solo yacimiento de extracción, un grado de vulnerabilidad energética simplemente inaceptable para una sociedad moderna, que ha preferido quemar el gas en turbinas y en motores de combustión en lugar de proporcionarle un valor añadido con la creación de una industria petroquímica.
La alta participación de leñas y otras biomasas se debe a su empleo en cocción y calentamiento de agua y no representan un signo de modernidad del país y tampoco se corresponde al concepto moderno de utilización de los sistemas eléctricos o térmicos de conversión de biomasas, basados en cultivos energéticos.
El impacto del cambio climático en los recursos hídricos
Por otro lado, la variabilidad de los niveles de pluviosidad afecta a la aportación energética anual de los sistemas hidráulicos. Las épocas de sequia, implicarían en incremento del consumo del petróleo y el gas natural para suplir ese déficit y su correspondiente impacto en los precios de la tarifa eléctrica. Además, el Perú es uno de los países más afectados por el cambio climático, reduciendo significativamente el volumen de los glaciares, por tanto, de la capacidad natural de la regulación de los ríos.
En este contexto, no parece lógico ni correcto, basar nuestro modelo energético en recursos que no se disponen o que se agotarán en un corto plazo de tiempo o que se ven gravemente afectados por el cambio climático. La única solución iniciar el largo camino hacia un modelo energético basado en las energías renovables, el ahorro y la eficiencia energética y en una visión sostenible y respetuosa de la diversidad y riqueza natural de nuestro territorio.
La sociedad peruana debe entender que el futuro de nuestras generaciones depende de las acciones que se adopten ahora. Un nuevo modelo energético es una gran oportunidad para industrializar el país, para crear riqueza, para dinamizar el mercado energético, para cohesionar y convocar la participación de todas las fuerzas productivas del país en una empresa jamás antes planteada y con unas repercusiones económicas de magnitudes insospechadas e inimaginables.
¿Emergencia energética?
Por este motivo, es crucial elaborar un Plan Nacional de Emergencia Energética, con el objetivo de poner en máxima alerta a las instituciones del Estado y los diferentes actores de la sociedad peruana en la necesidad de proponer planes y acciones en el proceso de transformación del insostenible modelo energético actual.
Los datos macroeconómicos del país indican que el Perú se encuentra actualmente en uno de los mejores momentos económicos de toda su historia, un importante crecimiento anual del PBI y un importante nivel de reservas internacionales. Parece lógico, por tanto, que se pueda abordar una transformación seria y audaz del modelo energético actual, anteriormente descrito.
Un modelo energético inviable
Un modelo basado en la ingesta de productos fósiles y en la quema indiscriminada de los mismos no es un modelo energético fiable que se pueda mantener muchas décadas. Es importante recordar que el petróleo y el gas, empleados de forma inteligente y racional, podrían permitir la creación de polos industriales de desarrollo y promover las bases de un proceso de industrialización de los productos de exportación nacionales. Cada metro cúbico de gas que se quema, cada barril de petróleo que se importa son recursos económicos que no se reinvierten en el país.
Una economía basada en la exportación de productos primarios es válida hasta que esos productos se agoten o los precios internacionales desmotiven su exportación, con los consiguientes problemas de desestabilización económica del país.
La transformación del modelo energético debe ser un proceso impulsado por la necesidad del Perú de convertirse en un país moderno con una economía basada en las nuevas tecnologías, el desarrollo sostenible, el ahorro y la eficiencia energética y no en aceptar el rol de sistema económico suministrador de materias primarias a las economías más industrializadas.
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Madrid, a 30 de Octubre del año 2011