LA IGNORANCIA Y LA POLÍTICA PETROLERA

El 11 de diciembre del año 2013 se deberá recordar en los anales de la historia del Perú como el día de la ignorancia energética. La clase política ha demostrado como nunca cuan profunda es su ignorancia y desconocimiento sobre la problemática del petróleo en el Perú y la coyuntura internacional  del sector petrolero. Enfrascados en quien presenta el proyecto de ley más indefendible con justificaciones que no resisten el mínimo análisis económico, técnico y geopolítico, el Congreso aprobó un Ley absolutamente incongruente. En menos de una semana, se presentaron tres diferentes proyectos de ley sobre los hidrocarburos en el Perú. Se propone en el presente artículo desvelar las incoherencias, inconsistencias e incongruencias del proyecto de ley aprobado.

La adicción petrolera y la seguridad energética

El proyecto de ley 3062/2013 enviado por el ejecutivo establece que la ejecución prioritaria de la modernización de la refinería de Talara se justifica por la necesidad de preservar la calidad del aire y de la salud pública. Simplemente, surrealista. Si realmente se desea reducir el impacto de la combustión sobre la calidad del aire y la salud pública urge iniciar un proceso de electrificación del actual sistema de transporte público – e incluso el privado, fomentando el uso del coche eléctrico -, puesto que es un sistema anticuado, caótico, desordenado, inseguro, irrespetuoso, ineficiente y adicto al petróleo, que es precisamente lo que ensucia y contamina las ciudades del Perú.

Un transporte público y de mercancías electrificado resolvería el gran problema energético del Perú. El eslabón más débil y crítico de la dependencia e inseguridad energética es el transporte. Con la aprobación del proyecto de ley 3062/2013 el Estado se propone financiar un combustible más limpio y fomentar la adicción nacional a los derivados del petróleo. Es como suministrarle droga más pura, menos cortada, a un drogadicto en lugar de obligarlo a iniciar un proceso de desintoxicación.

Resulta curioso que ahora la excusa para modernizar la refinería de Talara para el ejecutivo sea la calidad del aire y la salud pública. Al parecer, la clase política, se ha convencido, definitivamente, que no hay forma de desengancharse de la adicción del petróleo sin afectar los intereses de la industria del petróleo y de la industria automotriz. Es sencillamente un verdadero despropósito pretender justificar la inversión de más de 3500 millones de dólares en preservar la calidad del aire y la salud pública. Quizás se debería proponer un proyecto de ley que permita preservar la salud mental de los peruanos de tan absurdas e indefendibles propuestas, evaluando periódicamente los conocimientos de la clase política en temas energéticos.   

La brecha entre consumo y producción de derivados de petróleo es simplemente irreversible. Y ya que es imposible descubrir nuevos yacimientos en el corto plazo, con la rapidez deseada, para revertir en el largo plazo la caída de la producción nacional de petróleo, la única opción real para reducir la dependencia energética del petróleo es despetrolizar con carácter de urgencia el transporte público y de mercancías con inversiones públicas en infraestructuras ferroviarias y en modernos sistemas de tranvías.

La visión economicista predominante sobre la ejecución del proyecto de Modernización de la Refinería de Talara argumenta que es una propuesta ineludible e indiscutible. Se intenta demostrar que sin la modernización de la refinería a PetroPerú le será imposible supervivir en el turbulento mar petrolero. Ese planteamiento no se sustenta ni técnica ni económicamente. Efectivamente, la obtención de derivados de petróleo es un negocio que presenta un ajustado margen de rentabilidad e, incluso aunque se realice la modernización de la refinería, el margen de rentabilidad no crecerá sustancialmente. La integración vertical de PetroPerú es lo único que permitirá garantizar la rentabilidad de la modernización de la refinería de Talara y minimizar el riesgo de un fracaso económico de magnitudes inimaginables. Además, la rentabilidad de la refinería de Talara dependerá del inicio de un nuevo periodo de elevados precios imternacionales del petróleo. En resumen, deben conjugarse muchas circunstancias para garantizar la rentabilidad del proyecto de modernización de la refinería de Talara, circunstancias locales e internacionales. 

Elevar el margen de rentabilidad de PetroPerú exige, fundamentalmente, la devolución de los lotes petroleros con contratos próximos cumplirse. El proyecto de ley aprobado por el ejecutivo condena a PetroPerú a no tener acceso a la renta petrolera de esos lotes, a revertir en el corto plazo, lo que le arrebata la oportunidad de disponer del sustento económico para abordar un proceso de transformación y reconversión. Apartar a PetroPerú del acceso a la renta petrolera, supone introducir una contradicción absurda en la misma propuesta del ejecutivo, puesto que minimiza el interés en invertir de los capitales privados en la empresa estatal.

El inconveniente principal de la refinería de Talara es que implica la inversión de varios miles de millones de dólares para seguir importando petróleo, ante la desubicada actitud del Estado peruano de no establecer los mecanismos necesarios para garantizar la participación de PetroPerú en la exploración y explotación de petróleo de los Lotes marginales existentes. Parece poco inteligente invertir más de 3 mil millones de dólares para continuar, e incluso a largo plazo, incrementar la dependencia energética de petróleo extranjero. Es muy complicado sustentar la tan auspiciada y reclamada garantía de la seguridad energética en un horizonte de incremento del consumo de derivados en el mercado nacional e inexorable reducción de la producción nacional de petróleo, sin proceder a un proceso de despetrolización del sistema energético peruano y sin recuperar la soberanía de los Lotes marginales.  

La ampliación de la refinería de Talara permitiría refinar petróleo pesado de la selva. El petróleo pesado es más caro de extraer y exige más energía en su proceso de refinamiento con lo cual presenta menor aportación energética que un barril de petróleo ligero convencional. La multimillonaria inversión permitirá refinar un petróleo de menor calidad que el petróleo ligero de los lotes del noreste. Cuando se finalice la modernización se podrá refinar  90 mil barriles diarios y probablemente, en ese momento, el consumo  de derivados en el país supere los 300 mil barriles.  Eso no implica, en ningún caso, que se eleve la independencia energética del país,

La incidencia de la refinería de Talara en el aumento de la seguridad energética a largo plazo es nula. Es una inversión que ahora se quiere imponer con el justificante de preservar la calidad del aire y de la salud pública. Si ese es el objetivo, el problema que se debe abordar es la liberalización de la distribución y venta al público de los derivados del petróleo con reducidos niveles de contaminación, que en la actualidad está en manos de unas pocas empresas privadas, conformando un verdadero oligopolio.

Queda entonces claramente explicado que la clase política nacional se ha enfrascado en una encarnizada lucha por la modernización de la obsoleta refinería de Talara y tiene los ojos vendados para evaluar y analizar el verdadero problema energético del Perú: la elevada dependencia del transporte de personas y de mercancías y de otras actividades económicas del petróleo y de los derivados del petróleo extranjero.        

La situación mundial de las refinerías

Una cuestión realmente sorprendente en relación a la discusión sobre la modernización de la refinería de Talara es que ninguna de las facciones enfrentadas analiza en profundidad la situación internacional de las refinerías en el mundo. Para aclarar esta situación se empleará el último informe publicado por la Agencia Internacional de la Energía, IEA, en el pasado mes de noviembre del 2013.

Figura 1: Evolución de la capacidad y operación de las refinerías entre 2012 y 2035, WEO 2013.

En la figura 1, se observa la evolución de la capacidad y operación de las refinerías en el mundo. En el año 2012, ya existía una importante capacidad ociosa en las refinerías del mundo. La reducción del consumo de petróleo debido a la crisis económica en los países de la OCDE, así como el incremento de la producción de líquidos de gas natural y biocombustibles, que no entran en el proceso de refino, ha causado el aumento de la capacidad ociosa en las refinerías y el cierre de decenas de refinerías en los últimos años en Estados Unidos y Europa.

En los próximos años, la intención de China e India de procesar en sus propias refinerías el crudo nacional o importado y el interés de los países del golfo pérsico en exportar productos refinados, intensificará la capacidad ociosa de las refinerías europeas y americanas. En China, India, Medio Oriente y Brasil es precisamente donde se construirán las nuevas refinerías del siglo XXI, con una capacidad de refino estimada en 13 millones de barriles al día. Las nuevas refinerías incrementarán la presión sobre las refinerías europeas y americanas y provocará un aumento adicional de la capacidad ociosa existente y, por tanto el riesgo de cierre de decenas de refinerías.

Según la Agencia Internacional de la Energía, entre 2014 y 2035 existirá un riesgo real de cierre de refinerías. El desplazamiento de la demanda hacia Asia y Oriente Medio afectará a decenas de refinerías en el mundo con una capacidad total de 10 millones de barriles al día. Asia se convertirá en el indiscutible centro de atracción del comercio mundial de petróleo y derivados, incrementando su porcentaje de consumo del crudo disponible no sólo procedente del Oriente Medio, Rusia, Caspio, África sino también de América Latina, principalmente Brasil, y Norteamérica, exclusivamente Canadá.

En la figura 2, se muestra que, en un informe del año 2010, la Agencia Internacional de la Energía ya advertía del incremento de la capacidad ociosa de las refinerías americanas y europeas ante la previsión de construcción de refinerías en China, India y Oriente Medio. Las modernas refinerías de los países emergentes y de los países exportadores de crudo presentan mejores márgenes económicos de refino y reducidos niveles de contaminación en azufre que sus homólogos europeos y americanos.

Según los datos de la AIE en el año 2015, la capacidad ociosa de las refinerías en el mundo alcanzaría unos 8 millones de barriles diarios, figura 2. No se entiende la incapacidad de aceptar que la modernización de la refinería de Talara coincide con un proceso de cierre masivo de obsoletas refinerías europeas y americanas, que la obliga a competir con las modernísimas refinerías de los países emergentes. Una circunstancia internacional que condiciona al Estado peruano a elaborar una estrategia muy bien elaborada para minimizar el riesgo de fracaso de la modernizada refinería de Talara.  

Figura 2: Evolución de la capacidad ociosa de las refinerías y de la demanda de petróleo, BP and IEA.

En lo que va de año 2013 se han cerrado tres refinerías en Hawai, Japón e Italia. En Hawai se cerró la refinería Tesoro Ewa Beach, que ha dejado de producir 93 mil 500 barriles al día. En Japón se cerró la refinería de Sakaide en Kagawa, con una producción de 110 mil barriles al día y en Italia se cerró la de Venecia, que tenía una producción 70 mil barriles al día. Al parecer, el cierre de refinerías es una actividad habitual del sector petrolero, en un periodo de agotamiento de los recursos petrolíferos.

La situación resulta muy poco alentadora. El Estado peruano ha decido invertir en la modernización de la antigua y obsoleta refinería de Talara cuando en el mundo actualmente ya existe un exceso de capacidad ociosa de refino y se espera que la capacidad ociosa de las refinerías en el mundo alcance los 10 millones de barriles al día en el año 2035. Además, China e India se convertirán en verdaderos vampiros energéticos que pelearan por la última gota de petróleo a lo largo y ancho del planeta. 

Será complicado para el Perú competir por tan preciado recurso energético con las dos mayores economías emergentes del planeta. No es difícil deducir, que la inversión de la modernización de la refinería de Talara coincide con una situación internacional, cuanto menos poco favorable. Un motivo más para pensar seriamente en las consecuencias de modernizar la refinería de Talara en un entorno internacional claramente desfavorable para la inversión en el negocio de refinamiento de petróleo. El Perú deberá exigir responsabilidad ulterior a los responsables de una inversión en un entorno nacional e internacional muy complejo.     

Por otro lado, a unos cuantos cientos de kilómetros al norte de Talara, el gobierno de Ecuador ha iniciado ya hace unos años la construcción de la refinería del Pacifico. La refinería del Pacífico tendrá capacidad de refinar 300 mil barriles diarios de petróleo con una densidad API de 20,4 grados, crudos que se denominan pesados. Aparece un nuevo riesgo, la modernizada refinería de Talara deberá competir con la también moderna refinería de un país vecino, que podrá suministrar la demanda de derivados de petróleo del Perú en condiciones de mercado y con los niveles medioambientales exigidos. 

Figura 3: Infografía sobre las características técnicas de la Refinería del Pacífico en Ecuador, El Comercio.

Es imprescindible encontrar los mecanismos de integración y colaboración entre PetroPerú y PetroEcuador que permitan obtener un margen razonable de beneficios por el refino del petróleo selvático en la refinería de Talara.

Una vez más se comprueba que la principal incidencia en la dependencia energética del petróleo no es la producción de crudo sino el significativo incremento de consumo de petróleo, que en el Perú actualmente supera los 220 mil barriles diarios. La dependencia externa del petróleo se asocia a la reducción de la producción, gracias al indefendible proceso de privatización, pero fundamentalmente al incremento del consumo nacional, debido a la adicción de petróleo en el transporte público, privado y de mercancías.  

Estancamiento de la producción mundial de petróleo

En el World Energy Outlook 2013, presentado por la Agencia Internacional de la Energía, se estima que en el año 2035, la producción de combustibles líquidos superará ligeramente los 100 millones de barriles diarios mientras que la producción de crudo convencional descenderá hasta los 65 millones de barriles diarios. Según las proyecciones de la AIE, en el 2035, la producción de petróleo no convencional superará los 35 millones de barriles diarios entre líquidos de gas natural, petróleos pesados, petróleo de esquistos bituminosos, petróleo procedente ligero de formaciones compactas (light tight oil) y otros petróleos no convencionales, figura 4. 

Figura 4: Evolución del porcentaje de producción de petróleo convencional y no convencional entre 1980 y 2035, IEA.

Un estudio de la AIE sobre el declive de la producción en 1600 yacimientos petrolíferos revela que un yacimiento convencional presenta una reducción anual promedio del 6%, una vez alcanzado el pico de producción. En este contexto, en el año 2035, la producción de crudo convencional se reducirá en 40 millones de barriles diarios con relación al año 2012. En los próximos años, se deberá iniciar la explotación de los yacimientos aún no desarrollados y descubrir nuevos yacimientos por un valor equivalente a 4 veces la producción  actual de Arabia Saudí.

La Agencia Internacional de la Energía afirma que si no se realizan las inversiones necesarias para exploración y explotación de petróleo convencional y no convencional se produciría una preocupante reducción en la producción de combustibles líquidos en el mundo, figura 5. La producción de los actuales yacimientos de petróleo convencional y no convencional, exceptuando los líquidos de gas natural, se reduciría un valor inferior a los 12 millones de barriles diarios. El modelo capitalista globalizado entraría en una etapa de profunda crisis civilizatoria ante una reducción tan brutal de la producción mundial de crudo.  

Figura 5: Reducción de la producción de petróleo convencional y no convencional entre 2012 y 2035, IEA.

La producción mundial de petróleo convencional y no convencional en los próximos años presenta serias incertidumbres y complicaciones. Es imprescindible realizar importantes inversiones para explorar y explotar yacimientos petrolíferos existentes y yacimientos petrolíferos aún por descubrir. El estancamiento de la producción mundial de petróleo y el incremento del porcentaje de participación de los petróleos no convencionales en la producción total explican y justifican las predicciones de la Agencia Internacional de la Energía en relación a los altos precios del petróleo en las próximas décadas. Según la AIE, el precio del barril de petróleo se incrementará lentamente hasta alcanzar en el año 2035 un valor de 128 dólares por barril.

En un horizonte de tiempo no muy lejano, el Perú deberá afrontar su adicción petrolera en un entorno muy complejo. La Agencia Internacional de la Energía estima que la producción de petróleo convencional se reduce dramáticamente y que se  necesitará grandes inversiones para compensar la caída de producción tanto de crudo convencional como no convencional. La explotación de petróleo convencional en lugares inhóspitos e inaccesibles y de petróleo no convencional, con menor capacidad energética y con mayor impacto medioambiental, incrementarán los precios del petróleo en las próximas décadas.

La droga fósil que mueve nuestra economía será más escasa, menos energética, y más cara y estará concentrada en menos países, lo que pondrá en grave peligro la estabilidad del modelo económico existente en el Perú. Apostar por la continuidad de un modelo energético basado en el petróleo en un entorno internacional repleto de incertidumbres, riesgos y condicionantes no parece muy inteligente.     

El enemigo en casa y la privatización encubierta

El proyecto de ley aprobado por el Congreso refleja el desinterés del gobierno nacionalista en fortalecer la integración vertical de PetroPerú, lo que implica un descarado incumplimiento de las promesas electorales del candidato presidencial y es un acto de profunda deshonestidad hacia sus electores nacionalistas, que deberían por lo menos exigir una contundente explicación de tan incongruentes políticas gubernamentales.

El chantaje del gobierno consiste en priorizar la modernización de la refinería de Talara con la condición de que PetroPerú no participe en la explotación del lote 67 y en los lotes a revertir en el noreste, y además le exige que entregue el 49% de las acciones de la empresa estatal al capital privado, denominado eufemísticamente como capitalización de la empresa pública PetroPerú. Ningún inversor en su sano juicio participará en la aventura empresarial de la modernización de la refinería de Talara, sabiendo que el negocio no está en el refino del petróleo sino en la explotación de las reservas probadas existentes en los denominados campos marginales y en el lote 64.

La intención encubierta del gobierno nacionalista de privatizar PetroPerú es absolutamente incomprensible e inviable dentro del esquema propuesto. En el futuro, las incoherencias, inconsistencias y el voluntarismo incompetente del gobierno nacionalista en un sector tan estratégico como el  energético derivarán en una reducción adicional de la producción nacional de petróleo, en un premeditado retraso del inicio de la modernización de la refinería de Talara y en el irreversible incremento de la dependencia energética del crudo extranjero.

Asimismo, el gobierno nacionalista demuestra un absoluto desconocimiento de la problemática del petróleo en el Perú y de la preocupante situación internacional de las refinerías y de los combustibles líquidos. La producción mundial de petróleo ha entrado en franco declive y existe una enorme capacidad ociosa de las refinerías americanas y europeas, incapaces de competir con las modernas refinerías de países emergentes como China e India. En esta compleja coyuntura nacional e internacional, llena de incertidumbres y riesgos, el Estado peruano ha decidido realizar una multimillonaria inversión, con una rentabilidad muy difícil de cuantificar y con muchos riesgos y desafíos que afrontar.      

Una vez más se constata que la única opción real de evitar un colapso energético a corto plazo en el país es iniciar con carácter de urgencia un plan de despetrolización del transporte público y de mercancías e iniciar los estudios técnicos para la reconversión de la refinería de Talara en una moderna e innovadora biorrefinería. Las restantes opciones y propuestas implicarán un importante riesgo económico y en ningún caso reducirán la dependencia energética del Perú a un recurso escaso, caro y altamente contaminante.     

Madrid, a 15 de Diciembre del año 2013