EL FUTURO DEL PETRÓLEO: UN FUTURO DE RIESGO

Una de las ideas más infundadas que pretenden posicionar los defensores criollos del extractivismo fundamentalista es que el Perú debe basar el futuro de su seguridad energética en la exploración y explotación de petróleo hasta la extracción del último barril económicamente rentable. Sobran las razones para rechazar frontalmente está absurda idea, más aún, en un país que nunca ha dispuesto importantes volúmenes de extracción de crudo y, que además, está abocado por siempre a ser un importador de petróleo, bajo la actual política energética existente. Los defensores locales de la extracción de la última gota de petróleo de la selva y de la costa norte a mínimas regalías, una sospechosa amalgama de ex-viceministros de energía, representantes de asociaciones privadas del sector petrolero y presidentes de Perúpetro, desconocen o premeditadamente obvian las preocupantes señales internacionales de evolución del sector petrolero a escala global. Un adecuado análisis de la situación geo-energética y económica de la situación invita seriamente a reflexionar sobre la necesidad de elaborar e implementar una estrategia nacional de despetrolización de la economía nacional, asociada a una moratoria de exploración en la selva peruana y en el mar del Perú, y a la implementación de una política de ordenamiento territorial, que garantice la protección de los derechos a una vida digna de los pescadores artesanales y las comunidades amazónicas frente a la potencial contaminación de sus territorios ancestrales y ante la negativa de las empresas extractivas públicas y privadas de remediar los pasivos medioambientales existentes.

Evolución del Consumo de Petróleo en los Siglos XX y XXI

En la figura 1 se observa la evolución del consumo de petróleo entre 1965 y 2013. Destacan dos zonas perfectamente diferenciadas: entre 1965 y 1979, el consumo de petróleo se duplicó, en apenas 14 años, pasando de 1,5 a 3 billones de toneladas equivalentes de petróleo; y entre 1979 y 2013, el consumo paso de 3 a poco más de 4 billones. El consumo apenas ha aumentado en algo más de 1 billón de toneladas equivalentes de petróleo en casi 35 años. Por tanto, se observa una ralentización del incremento del consumo de petróleo a escala global. Además, el aumento de consumo de petróleo, experimentado en el siglo XXI, se debe especialmente al proceso de industrialización y urbanización iniciados por los dos países más poblados del mundo: China e India. Los bloques más industrializados del planeta experimentan desde hace algunas décadas un estancamiento en el consumo de petróleo, debido especialmente al proceso de diversificación energética y optimización de sus procesos productivos. En la figura 2 se muestran los porcentajes de participación de las diferentes fuentes primarias en el consumo total de energía en el mundo en 1973 y 2016, respectivamente. Se observa que entre 1973 y 2016, el consumo de petróleo a escala global se ha reducido del 46,2% al 31,9%. El petróleo pierde peso específico en la torta energética mundial año a año por la masificación del uso de gas natural; el empleo de carbón en la generación de energía eléctrica en USA, China e India y la irrupción de las energías renovables.

Figura 1: Evolución del consumo de petróleo en el mundo entre 1968 y 2013, BP.

Figura 2: Porcentaje de participación de fuentes primarias en el consumo mundial de energía en 1973 y 2016, IEA.

En 1973, el aprovechamiento de recursos renovables y de los residuos suministraban el 12,4% del consumo de energía primaria del mundo mientras que en el año 2016 ya cubría el 14%. Los recursos fósiles han reducido su participación en el consumo primario de energía mundial 86,7% al 81,1% en un periodo de 43 años. El agotamiento de los recursos fósiles en los próximo 50 años plantea uno de los más grandes desafíos a la humanidad: la transformación del modelo energético actual contaminante e insostenible a un modelo renovable y sostenible a largo plazo.

Reducción de Inversiones y Reservas a Escala Global

En el año 2012, la Agencia Internacional de la Energía, IEA, presentó una previsión de la evolución de la producción combustibles líquidos convencionales y no convencionales en un horizonte de tiempo hasta el año 2035. La IEA alertó sobre un significativo declive de la producción de crudo en los campos maduros en explotación del crudo convencional, y por tanto, la aparición de un potencial desequilibrio entre oferta y demanda que incrementaría sustancialmente el precio internacional del crudo. Según la IEA, la falta de importantes descubrimientos y la paralización de las inversiones en yacimientos con reservas ya descubiertas implicaría, en el año 2035, un déficit aproximadamente 40 millones de barriles diarios, el equivalente a 4 veces la producción actual de crudo de Arabía Saudí. Asimismo, se observa que hacia el año 2035, los petróleos no convencionales – petróleo extraído de arenas bituminosas, rocas compactas de baja permeabilidad y a grandes profundidades – así como los líquidos de gas natural suministrarán más de 30 millones de barriles diarios. Los petróleos no convencionales requieren una mayor inversión y presentan una de tasa de retorno energético relativamente baja.

Figura 3: Previsión de la evolución de la producción de combustibles líquidos entre los años 2000 y 2035, IEA.

En relación al declive de la producción de los yacimientos maduros de petróleo convencional, una triste y dura realidad geológica, la IEA desvela que entre 2010 y 2017 ha sido necesario reemplazar una reducción promedio superior a 3 millones de barriles diarios, figura 4, confirmando las predicciones realizadas en el año 2012. Por tanto, para mantener un ritmo de producción que reemplace la reducción natural de los envejecidos yacimientos y, además, satisfacer el incremento de la demanda anual es necesario realizar importantes inversiones que permitan descubrir nuevas reservas.

Figura 4: Declinación de la producción de campos maduros experimentado entre los años 2010 y 2017, IEA.

A finales del mes de julio del año 2018, la IEA presentó los informes “Oil Information 2018: Overview” y “World Energy Investment 2018”. En esos informes la IEA analiza los niveles de inversión en el sector energético mundial. Así, se indica que en el año 2017 se alcanzó un nuevo mínimo histórico en relación a los descubrimientos de nuevas reservas de gas y petróleo. Según la información de a IEA, el volumen de petróleo y gas descubierto en el año 2017 apenas supera los 6,8 billones de barriles equivalentes de petróleo, una cuarta parte del volumen promedio descubierto en los primeros 15 años del siglo XXI, figura 5. Si se considera que el volumen de consumo anual de petróleo en el mundo fue de casi 36 billones de barriles en el año 2017, se deduce que no se está descubriendo los volúmenes necesarios de petróleo para restituir las reservas que extraen anualmente, y por tanto, se incuba un riesgo latente de desabastecimiento a escala global de petróleo y gas en las próximas décadas, asociado a un periodo de elevados precios de petróleo.

Figura 5: Evolución de los descubrimientos de nuevas reservas de gas y petróleo entre los años 2010 y 2017, IEA.

Asimismo, en la figura 5 se muestra, además, con una línea roja, la evolución del gasto en exploración de petróleo entre los años 2010 y 2017. Las inversiones en exploración se han reducido drásticamente en los últimos años, debido principalmente a la reducción de precios entre los años 2014 y 2016. Los inversiones en exploración en petróleo representaron a finales del año 2017 apenas el 11% del gasto en las actividades de upstream, aproximadamente unos 51 mil millones de dólares, una reducción del 6% en relación al año 2017. En relación al gasto en actividades del upstream en gas y petróleo, Estados Unidos es el país que lidera las inversiones en proyectos de corta duración, especialmente en exploración y producción de gas y petróleo de rocas compactas de baja permeabilidad, que han permitido un ligero aumento de las inversiones en las actividades de upstream a escala global en el año 2017. En la figura 6 se muestra el porcentaje de participación de las inversiones en actividades de upstream en función del tipo de actividad de activo. Entre 2010 y 2018, las inversiones en exploración y producción de crudo en yacimientos de roca compacta de baja permeabilidad han pasado de un 10% a un 25% del total de gastos en las actividades de upstream en gas y petróleo a escala global.

Figura 6: Evolución de los gastos en actividades de upstream en gas y petróleo entre los años 2010 y 2018, IEA.

Las inversiones realizadas en los Estados Unidos en las actividades de upstream para la obtención de petróleo con la técnica de fracking han permitido, que en tan sólo unos años, casi iguale la producción de los dos más grandes productores mundiales de crudo: Arabia Saudí y Rusia, figura 7, aumentando su producción de 4 a casi 10 millones de barriles en algo más de 10 años. La técnica del fracking es muy criticada por organizaciones de protección del medio ambiente y se caracteriza por la necesidad de realizar una gran número de perforaciones para mantener la producción en niveles estables, debido al rápido declive de la producción. Un negocio que no aporta beneficios y acumula exorbitantes pérdidas financiadas por deuda bancaria y medidas fiscales. Una burbuja especulativa financiera que al explotar puede desestabilizar a la principal economía mundial.

Figura 7: Evolución de la producción de petróleo en USA, Arabia Saudí y Rusia entre septiembre de 2008 y 2017, IEA.

Escasez de Petróleo en un Escenario Futuro Cercano

Las políticas de diversificación energética y ahorro energético implementados por los grandes bloques hegemónicos mundiales se reflejará, según la AIE, en una ralentización de la demanda de petróleo en los próximo años. Entre el año 2017 y 2023, la demanda anual de consumo de petróleo se reducirá de 1,6 millones a 1 millón de barriles anuales, figura 8. China e India continuarán siendo los principales importadores de petróleo en el mundo, a pesar del importante esfuerzo que realizan ambos países para fomentar la integración de energías renovables en sus sistemas energéticos y reducir el consumo de petróleo, figura 9. En el año 2023, China, India y Estados Unidos, en conjunto, importarán 20 millones de barriles al día, casi el 20% de la producción mundial de crudo.

Figura 8: Evolución del aumento anual de la demanda mundial de petróleo entre los años 2017 y 2023, IEA.

Figura 9: Evolución de las importaciones de petróleo en China, India y USA entre los años 2003 y 2023, IEA.

Según la IEA, la apuesta americana por la técnica del fracking para la extracción de crudo a partir de rocas compactas de baja permeabilidad permitirá una significativa reducción de sus importaciones de crudo en el año 2023, figura 9. En 20 años, la producción de petróleo no convencional en USA podría reducir el volumen de importaciones de 10 a 5 millones de barriles. Además, se espera que la producción de combustibles líquidos se incremente de 11 a 16 millones entre los años 2017 y 2023, figura 10. El crudo no convencional extraído de las rocas compactas de baja permeabilidad en USA cubrirá parte de la reducción de los gigantes campos maduros de petróleo y del incremento de la demanda de crudo al año 2023 a precios relativamente elevados. Sin embargo, la ilusión del petróleo no convencional americano se desvanecerá rápidamente. La producción americana de petróleo y gas convencional y no convencional se estabilizará hacia el año 2030, provocando un riesgo adicional a la incapacidad del sector petrolero de satisfacer el aumento de la demanda mundial, y principalmente, reponer el declive de producción en campos maduros.

Figura 10: Evolución de la producción de combustibles líquidos en USA entre los años 2010 y 2023, IEA.

Figura 11: Evolución de la producción de petróleo y gas convencional y no convencional en USA entre los años 1980 y 2040, IEA.

Conclusiones

La información proporcionada por la IEA desvela un escenario de grave complejidad en el sector petrolero, e hidrocarburos en general, en un futuro muy cercano, concretamente, entre los años 2018 y 2023. Entre 2010 y 2017, se ha reforzado una preocupante situación de falta de descubrimientos de nuevas reservas probadas de crudo a escala global, que coincide, además, con un importante declive de la producción de crudo en los megayacimientos, descubiertos en las décadas de los 50, 60 y 70s, y con una descomunal desinversión en exploración. Actualmente, en el mundo se extraen y consumen más reservas de las que se descubren e inician su fase de producción. Además, la industria petrolera debe cubrir la reducción anual de la producción de los campos maduros y, a la vez, satisfacer el modesto incremento de la demanda, experimentado en la última década. Una grave circunstancia que puede degenerar en un importante desequilibrio entre oferta y demanda en las próximas décadas, con la consecuente aparición de un nuevo periodo de elevados precios internacionales del crudo.

En el corto plazo, los bajos precios del petróleo han condicionado el nivel de inversiones en las actividades de exploración y producción del upstream, entre los años 2014 y 2016. Tan sólo las inversiones realizadas en los Estados Unidos por las empresas petroleras que extraen petróleo por la técnica del fracking han ralentizado la caída libre en inversiones del sector petrolero, un proceso global que no sólo afecta al sector petrolero del Perú como quieren hacer creer algunos ex-viceministros y presidentes de Perúpetro, y aprovechar esa coyuntura para relanzar una propuesta de entrega de los recursos naturales y reducción de las regalías para las empresas petroleras privadas, sin evaluar con seriedad el impacto medio ambiental de una actividad extractiva sin sostenibilidad en el largo plazo.

El Perú dispone de muy insignificantes recursos petroleros que bajo ninguna circunstancia podrá satisfacer la actual demanda de crudo en el país. En este sentido, la exploración y explotación de petróleo no puede estar asociada a un discurso de seguridad energética y es simplemente un reclamo de algunas empresas petroleras para aumentar sus ganancias. Por el contrario, la única salida a una suicida dependencia del petróleo, fomentada desde el Estado y algunas asociaciones defensoras del extractivismo fósil, es desacoplar la economía del Perú de los hidrocarburos, especialmente en el sector transporte. En un futuro escenario de petróleo caro, habrán países ganadores y perdedores, el Perú se vislumbra como uno de los países cuya economía se verá seriamente afectada por elevados precios del crudo. Un riesgo innecesario que se puede evitar con una estrategia a largo plazo de despetrolización del Perú que debe iniciarse cuanto antes.