REFINERÍA DE TALARA y ESTRATEGIA PETROLERA NACIONAL

El sector petrolero peruano afronta un escenario actual, local e internacional, complejo. La producción de crudo local se ha reducido significativa y constantemente en los últimas décadas, a pesar de los tres ciclos de incremento de precios experimentados entre 2000 y 2017. La entrega de la explotación a empresas privadas de un recurso fósil estratégico para el funcionamiento de la economía nacional, en su concepción actual, ha reducido sustancialmente la renta petrolera del Estado peruano, y por tanto, la capacidad de redistribuir los ingresos económicos obtenidos de la comercialización de un recurso natural de todos los peruanos. El grave impacto medioambiental de las actividades petroleras y la escasa percepción de la mejora de los niveles de vida de las poblaciones adyacentes a las explotaciones petroleras ha generado una inocultable resistencia social, que afecta seriamente a las nuevas inversiones en exploración y explotación. La falta de descubrimientos de importantes yacimientos de petróleo y el crecimiento económico del país, en los últimos años, ha incrementado la brecha entre producción de crudo y consumo de derivados, agudizando la dependencia fósil exterior del país e introduciendo un preocupante riesgo en el suministro energético nacional. El fortalecimiento empresarial de PetroPerú, reflejados en la modernización de la refinería de Talara y el retorno de la empresa estatal a las actividades de exploración y explotación en los lotes 64 y 192, refuerza el planteamiento de un nuevo rol de la participación del Estado peruano en el sector petrolero. Los condicionantes anteriormente mencionados obligan a replantear la estrategia nacional petrolera dentro de una perspectiva a largo plazo de transición energética hacia un modelo energético sostenible, despetrolizado, respetuoso con el medio ambiente y la biodiversidad de amplias zonas del territorio peruano. Por otro lado, un análisis riguroso de la coyuntura actual y la evolución futura del sector petrolero internacional permite deducir la aparición de un horizonte de comparativamente elevados precios del petróleo, con el riesgo imprevisible de eventuales periodos de precios reducidos. Los acuerdos alcanzados en noviembre del año entre los países productores de petróleo pretende garantizar precios estables del crudo en el rango de 60-80 dólares, precios superiores implicaría el inicio de un proceso de destrucción de la demanda.

Transición Energética Renovable Global

En el plano internacional, el agotamiento de los yacimientos de crudo convencional y la irrupción del petróleo no convencional, incluyendo los líquidos de gas natural, con menor tasa de retorno energético y mayores inversiones en exploración y explotación, certifican el final del periodo de petróleo barato. Los petróleos no convencionales actualmente ya superan el 25% del volumen total de producción mundial de hidrocarburos líquidos. La Agencia Internacional de la Energía, IEA, repite incansable la confirmación de la reducción constante y paulatina de la producción de los grandes mega yacimientos descubiertos entre 1940 y 1970 del siglo pasado. Según la AIE, en el año 2008, estimaba la declinación de la producción promedio total de los campos de crudo convencional existentes, que ya habían alcanzado el pico de producción, en 6,7% anual, figura 1. Además, los descubrimientos de nuevos yacimientos, con significativas reservas, son eventos muy esporádicos y vaticinan la aparición de un horizonte a largo plazo de elevados precios del crudo y sus derivados. Así, ya en el año 2009, un estudio de la Universidad de Uppsala, Suecia, desveló que en el periodo 2000-2006, la producción recuperable de los nuevos yacimientos de petróleo apenas superaban los 50 mil millones de barriles, mientras que los viejos yacimientos, descubiertos entre 1960 y 1970, presentaron un volumen de producción recuperable superior a los 400 mil millones de barriles, figura 1. Asimismo, no se debe descartar la sucesión de cortos intervalos de tiempo con precios muy elevados o muy reducidos, debido a significativos desajustes de la oferta/demanda, tensiones geopolíticas en zonas de importante producción de crudo y desastres naturales que afecten a la capacidad de transporte, refino o distribución de los derivados del petróleo. Por ejemplo, los huracanes que alcanzan y destruyen la infraestructura energética americana en el golfo de México afectan la producción de derivados del petróleo y generan un impredecible incremento del precio de gasolinas, diesel y otros derivados.

Figura 1: Reducción de la producción de crudo convencional y evolución de producción recuperable de nuevos yacimientos descubiertos.

Ante el escenario descrito en el párrafo anterior se observa un tendencia global dirigida a la profundización de los planes de ahorro y eficiencia en el consumo energético, la electrificación de los procesos energéticos, la masiva integración de sistemas renovables de generación eléctrica y térmica y el incremento del uso de gas natural en el proceso de transición hacia una economía global “descarbonizada”.

Figura 2: Predicción del incremento de la potencia eléctrica a instalar y del número de vehículos eléctricos entre 2017 y 2040, IEA.

La IEA, en su informe anual denominado “World Energy Outlook 2017” presenta una predicción del aumento de la potencia a instalar en el mundo para generación eléctrica en función de los diferentes tipos de recursos energéticos, figura 2, en un horizonte de más de 20 años. Se observa la confirmación de la tendencia global de electrificación de la energía, basada en tecnologías renovables, hacia el año 2040. Según la IEA, en el mundo, el consumo de energía eléctrica en usos finales pasaría de 18,7% al 40% entre el año 2017 y 2040. La sustitución de derivados de petróleo por energía eléctrica en el sector transporte coadyuvaría significativamente al aumento del uso final de la electricidad en las próximas décadas. Así, según la IEA, en el año 2040 habría en el mundo cerca de 300 millones de vehículos eléctricos. En el 2040, China superaría los 100 millones de vehículos eléctricos y, conjuntamente, con Europa casi alcanzarían los 200 millones de coches eléctricos, figura 2. Es importante indicar que, actualmente, Noruega, uno de los principales países exportadores de crudo, con una cuota del 20% de vehículos eléctricos en su parque automotor, es el primer país del mundo en el que los principales partidos políticos acordaron prohibir la venta de vehículos con motores a combustible fósil a partir del año 2025. Holanda también aprobó ya una moción para prohibir la venta de vehículos que funcionen con derivados de petróleo desde el año 2030. Otros países como Francia, Reino Unido, India y China tienen planes para promover la prohibición de la producción y venta de vehículos fósiles entre los años 2030 y 2040. La tendencia mundial en electrificación del transporte privado en los países más industrializados del mundo refuerza la idea de promover en el Perú el uso de vehículos eléctricos. En paralelo, el Estado peruano deberá realizar una importante inversión en infraestructura para la implementación de un sistema de transporte electrificado en las principales ciudades del país y entre ciudades. Los detractores criollos alegarán que eso sólo se puede dar en sociedades industrializadas del primer mundo, modas de países ricos, olvidando que son fogosos usuarios de smart phones y televisores plasma de última generación. Su única propuesta se basa en valorizar el poco petróleo y escaso gas que existe en el país y luego se iniciará la transición eléctrica. Pura y dura demagogia energética.

Perú y el Principio del Fin de la Economía Global del Petróleo

La respuesta de muchos países industrializados ante las previsiones futuras de evolución del sector del petróleo es un signo inequívoco del inicio del final de la economía del petróleo a escala global en las próximas décadas. La solución más inteligente para los países importadores de petróleo es iniciar un acelerado proceso de transición energética de desacoplamiento económico de los recursos fósiles. Los países europeos entienden que la dependencia energética del petróleo, en un futuro horizonte de incapacidad de satisfacer el incremento de la demanda y precios elevados, representa un grave riesgo de inestabilidad de sus economías y prosperidad.

En el Perú, la decisión del Estado peruano de reconstruir la refinería de Talara introduce un inesperado condicionante al inexorable proceso de despetrolización del Perú. En la situación previa a la reconstrucción de la refinería de Talara, el desastre privatizador de PetroPerú y la entrega de la explotación de los lotes, con reservas marginales, a empresas privadas derivó en una reducción de la producción nacional, que es incapaz de satisfacer el incremento de la demanda de derivados de petróleo, asociado al crecimiento económico experimentado en las últimas décadas. Por tanto, la solución a la dependencia del petróleo era sencillamente electrificar el transporte público y privado, en las ciudades y entre ciudades. El objetivo era único y concreto: desacoplar la economía del país de los derivados del petróleo. Bajo el nuevo condicionante de la inmensa inversión estatal en la modernización de la refinería de Talara, en un periodo de final de la economía global del petróleo, el principal desafío que deberá abordar el Estado peruano es la elaboración de una estrategia nacional en relación a las actividades petroleras, basada en las siguientes premisas:

  • Garantizar el suministro nacional de crudo ligero y pesado a la modernizada refinería de Talara mediante el reforzamiento empresarial de PetroPerú en las fases de exploración y explotación.

  • Elaborar los mecanismos legales y de gestión empresarial necesarios que impidan la utilización de PetroPerú como caja chica y agencia de empleo de los gobiernos de turno para satisfacer sus compromisos electorales.

  • Condicionar, estrictamente, la exploración y explotación de los lotes marginales existentes y de las nuevas concesiones exploratorias a cubrir la demanda de la refinería de Talara. El Estado peruano deberá crear las condiciones de garantizar una producción nacional no superior a 100 mil barriles diarios. La exportación de un recurso energético tan escaso afectaría seriamente a la rentabilidad de la refinería en un futuro no muy lejano.

  • Elaborar un nuevo modelo de concesiones y contratos de exploración y explotación existente, adaptado al escenario futuro de agotamiento y precios elevados de petróleo, que garantice al Estado peruano retener el mayor porcentaje posible de la renta petrolera así como la capacidad de decidir soberanamente sobre el uso de un recurso fósil tan escaso.

  • Destinar un porcentaje de la renta petrolera a la recuperación medioambiental y la mejora de las condiciones de vida de las ciudades y comunidades adyacentes a las zonas de actividades de explotación petrolera.

  • Electrificar el transporte de personas y bienes, público y privado, en las ciudades y entre las ciudades, con el objetivo de minimizar el consumo de derivados de petróleo. La paulatina y escalonada reducción de la demanda nacional del petróleo permitirá reorientar la producción de derivados de la refinería de Talara a la exportación, incrementando los beneficios económicos de PetroPerú y su capacidad de participar activamente en el proceso de despetrolización del Perú.

  • Crear un fondo económico a partir de la renta petrolera para la realización de proyectos de investigación en biocarburantes y biorrefinerías.

  • Liberalizar el sector de distribución de derivados del petróleo que garantice una verdadera competencia en la fase de venta minorista de gasolinas y diesel.

En el Perú, la Propuesta de Ley 2145/2017, que actualmente se discute en el Congreso, con excesiva premura, no responde a las criterios básicos de una estrategia nacional de petróleo, en un entorno global de desacoplamiento del petróleo, descritos en párrafos anteriores. El principal objetivo de la anteriormente mencionada propuesta de ley es trasladar a PeruPetro una serie de funciones que le permitan negociar las condiciones de los concesiones petroleras sin considerar los intereses económicos, territoriales y medioambientales de las poblaciones adyacentes a los lotes de exploración y explotación. Si se aprueba la propuesta de ley, PeruPetro podrá negociar a espaldas del Perú la reducción de las regalías de un recurso natural imprescindible para la rentabilidad económica de la refinería de Talara.

Conclusiones

Resulta cuanto menos curioso que un gobierno y una clase política, moralmente deslegitimados, pretendan aprobar una propuesta de ley de hidrocarburos que claramente afecta a los intereses energéticos, económicos y medioambientales del Perú. La propuesta de modificación de varios artículos de la Ley de Hidrocarburos debería estar perfectamente adaptada a una estrategia de desacoplamiento de la economía nacional del petróleo, que garantice la rentabilidad del funcionamiento de la refinería de Talara y la captación de la renta petrolera para garantizar la remediación medioambiental y mejora de las condiciones de vida de las poblaciones adyacentes a las zonas de exploración y explotación petrolera.

El Estado peruano no dispone de una estrategia energética a largo plazo, mucho menos en el sector petrolero, seria y adecuadamente elaborada, considerando aspectos locales tan importantes como la modernización de la refinería de Talara; la necesidad de garantizar el suministro energético a la refinería de Talara; el fortalecimiento de la actividad empresarial de PetroPerú y la implementación de contratos por servicio, que permita maximizar la captación de la renta petrolera para el Estado y las Regiones petroleras y garantizar el uso soberano de un recurso natural de propiedad del Estado; la elaboración de mecanismos de garantía y compromisos económicos para la creación de fondos de remediación de zonas afectadas por la contaminación ambiental de las actividades petrolíferas; el respeto al territorio y la vida digna de los pueblos ancestrales de las zonas de explotación petrolera; la prohibición de actividades de exploración petrolera que impliquen la afectación medioambiental de amplias zonas del mar, costa y Amazonía del Perú; así como la necesidad de iniciar un proceso de despetrolización de la economía peruana mediante la electrificación de transporte de personas y bienes, público y privado, en las ciudades y entre las ciudades.

El Estado peruano tampoco toma en cuenta importantes aspectos internacionales asociados al agotamiento de la producción y reservas de crudos convencionales así como la cada vez más importante participación de los denominados crudos internacionales, que coadyuvan la aparición de un periodo de elevados precios del petróleo; a las tensiones geopolíticas existentes en las principales zonas de producción mundial de crudo; y al proceso de transición energética, iniciado por países industrializados importadores o exportadores de crudo.