En el año 2011, llegó al poder una agrupación política decidida a recuperar el gas natural de Camisea. Años después, el discurso de recuperación de los recursos naturales se desvaneció. Ahora, se discute la posibilidad de exportar gas natural al norte de Chile. Una situación inimaginable hace algunos años.
El arte de la visión del futuro
Es evidente, que es imposible conocer con absoluta certeza el futuro, sin embargo, la importancia de la planificación a largo plazo bajo diferentes escenarios es simplemente inevitable e indiscutible. En el año 1991, Peter Schwartz publicó el libro “The Art of the Long View”, un trabajo que justificaba la necesidad de evaluar escenarios futuros descabellados e inconcebibles. Peter Schwartz un experto en diseño de escenarios futuros alternativos presuponía que un único pronóstico de futuro tenía elevadas probabilidades de ser incorrecto, por lo que consideraba de imperiosa necesidad evaluar lo impensable, inesperado e inconcebible. En los años 80, un escenario de inminente caída de la Unión Soviética resultaba ser una idea excesivamente descabellada como para considerarla realizable con algo de seriedad, no obstante, el sistema económico soviético colapso y la Unión Soviética simplemente desapareció como Superpotencia mundial.
Un escenario imprevisto para la sociedad soviética que generó desesperación y miseria en esas atribuladas naciones, sin capacidad de adaptarse a una nueva e inesperada situación social, económica y geopolítica. La planificación de diversos escenarios permite evaluar la posibilidad de aparición de desenlaces o resultados imprevistos y, por tanto, prever los ajustes y cambios necesarios para alcanzar un objetivo propuesto o para minimizar los efectos sobre el resultado inicialmente deseado.
Si en los años 90, se hubiese propuesto hacer viable el Proyecto de Camisea exportando gas a Chile, simplemente, nadie lo hubiese tomado en serio. Peter Schwartz lo hubiera considerado como una posibilidad real para el Perú, debido a los antecedentes nacionales de entreguismo y despilfarro de sus recursos naturales y la falta de visión a largo plazo del Estado peruano. La posibilidad que el gas barato de Camisea se convierta en el sustento energético de la competitividad minera chilena del siglo XXI es ahora una preocupante probabilidad. Los defensores de la exportación del gas de Camisea a Chile promoverán la idea que los beneficios económicos de la construcción del “gasoducto nor chileno” son necesarios para el crecimiento económico del país e indispensable para el proceso de integración energética regional y el desarrollo complementario entre países vecinos. Supuestamente, la exportación del gas de Camisea es la mejor opción de mantener el crecimiento económico del Perú en los próximos años y garantizar el desarrollo energético de las regiones más pobres del país.
Chile y el lobby exportador
En el Perú no existe una planificación energética sostenible a largo plazo. La única planificación seria existente es la exportación de las principales riquezas naturales del país, entre ellas, el gas natural en bruto o en energía eléctrica, promovido por un lobby exportador transnacional. En la primera década del siglo XXI, el plan de exportación del gas natural se enmascaró con una supuesta “masificación eléctrica del gas” gracias a la conversión del gas natural en energía eléctrica en centrales de gas. El objetivo verdadero de lobby exportador – los grupos económicos dueños del gas de Camisea, defensores y acólitos – era la exportación del gas a México. Las regalías proporcionadas por la exportación del gas peruano no se han transformado en carreteras, colegios, hospitales e infraestructuras más bien se han diluido en la burocracia estatal. Las carencias estructurales, educativas y sanitarias en el país son indescriptibles.
Además, olvidan los defensores de la “masificación eléctrica del gas” que las centrales térmicas de ciclo simple y ciclo combinado presentan rendimientos relativamente bajos y contaminan mucho más que las centrales hidroeléctricas, particularmente en el Perú, donde las turbinas Pelton en centrales de alta montaña son las unidades de generación eléctrica predominantes. Así, en los últimos diez años, el Perú dejó de ser una país eminentemente hidroeléctrico para convertirse en un país altamente dependiente de un recurso fósil escaso y localizado: el gas natural de Camisea.
La generación eléctrica en el Perú es ahora altamente dependiente de un único recurso fósil y el sistema eléctrico peruano es más contaminante que hace diez años. En un horizonte a largo plazo, el agotamiento de los reservas gasíferas, implicará buscar una energía sustituta para el gas de Camisea o en su defecto importar gas. El Perú fue un exportador de petróleo y ahora es un importador neto de crudo y de derivados del petróleo. En la época de la dictadura militar de los años 70 era un escenario impensable, pero hoy es una triste y preocupante realidad. El Perú podría en unos años pasar de exportador de gas a importador de gas. La teoría de los escenarios impredecibles e inesperados de Peter Schwartz se muestra implacable e incontestable.
El lobby exportador ha decidido que se debe exportar el gas a Chile. La estrategia es la misma que hace diez años. Inicialmente, se convence a la población de la necesidad de construir un gasoducto al sur del Perú y de la construcción de centrales de ciclo combinado – “masificación eléctrica del gas”, aunque realmente no hay demanda suficiente para la construcción del gasoducto. Si no hay se crea, pero esta vez con el nombre de “Nodo Energético del Sur”. La denominada reserva fría son centrales térmicas a las que se les paga por existir, funcionen o no funcionen. Sin duda, un nuevo paradigma en el fundamentalismo neoliberal peruano. Una vez más se trasladará el coste de construcción del ducto a los usuarios eléctricos peruanos y en unos meses, en una magistral jugada del lobby exportador, se extenderá el ducto al norte de Chile.
Se repite la historia de hace unos años, el verdadero objetivo es exportar el gas de Camisea. La solución más rápida y más fácil es exportar el gas ya sea licuado, a través de un gasoducto, o por líneas de transmisión eléctrica. Planificar e implementar una industria petroquímica o una infraestructura de masificación del gas para la industria o los edificios residenciales es excesivamente complicada y requiere demasiado tiempo. Tiempo que puede ser peligroso para el lobby exportador. Una de las incertidumbres es la llegada al poder de tendencias nacionalistas que puedan poner en peligro su hegemonía en el negocio del gas. El lobby exportador trabaja desesperadamente por la exportación del gas por el sur. En resumen, en unos años, el Perú tendrá dos ductos que extraerán el gas de Camisea, el más importante recurso energético descubierto en las últimas décadas.
El gas de Camisea será un verdadero regalo de Dios para países como México y Chile, que disfrutaran de un gas y electricidad barata para promover la competitividad de sus economías. El Perú descubrió un tesoro energético que desaparecerá en unas décadas sin generar valor añadido a los productos tradicionales de exportación, encadenando al país a una nueva dependencia fósil y trasvasando un recurso energético indispensable para el desarrollo de las futuras generaciones a otros países.
Perú y la Estrategia del Harakiri
La minería es uno de los rubros más importantes de la economía peruana y una de los sectores que más conflictos sociales provocan en el país, debido al impacto medioambiental y la mínima trascendencia en el desarrollo local y mitigación de la pobreza de esta actividad económica. Invocando a Peter Schwartz, en un escenario futuro de desaceleración de la economía China y de recesión de la economía europea y americana, la exportación de gas y electricidad barato a Chile implicaría un verdadero “harakiri” para las exportaciones peruanas, cuya competitividad se basa en los precios subsidiados del componente energético del proceso de explotación minera.
En un entorno de reducción del consumo de materia primas y minerales en los países industrializados, una de las ventajas competitivas para la exportación de materias primas es el precio de la energía. Trasvasar energía barata al norte de Chile es análogo a un suicidio económico para el Perú. La competitividad minera peruana se basaría exclusivamente en reducir el coste de mano de obra especializada y los impuestos y regalías de las actividades mineras, una situación que generaría graves tensiones sociales y una reducción de la capacidad recaudatoria del Estado y contracción del consumo interno.
La integración energética con Chile beneficia exclusivamente al país del sur. Sin recursos energéticos y con elevados costes del precio de la energía eléctrica, los beneficios de disfrutar de precios bajos de la electricidad peruana, en base a un gas subvencionado dinamizará la economía exportadora chilena. El trasvase unidireccional de los recursos energéticos hacia el norte de Chile incrementará la competitividad de los productos mineros chilenos en un entorno mundial muy complejo de restricción de la demanda de bienes y servicios e incapacidad de garantizar el suministro de energía mundial. A Chile no le interesa una integración que beneficie al Perú por la compra a precios elevados de la energía importada. Chile apuesta por importar barato del Perú sin despreocuparse de producir localmente.
Adicionalmente, la acelerada reducción de las recursos gasíferos debido al doble ducto de exportación obliga a las futuras generaciones a la búsqueda de fuentes de energía que sustituyan al gas de Camisea en un futuro no muy lejano. Se limita las oportunidades de aprovechar de manera eficiente un recurso fósil no renovable en el futuro, una especie de canibalismo intergeneracional que reduce las posibilidades de desarrollo sostenible de las futuras generaciones.