TALARA, EL TRIUNFO DE LA VISIÓN CORTOPLACISTA

 

El 29 de mayo del año 2014, se inauguró oficialmente el comienzo de las obras para la modernización de la refinería de Talara. Un gran éxito de la visión economicista cortoplacista, que sin atender ni discutir otras propuestas más sostenibles e inteligentes a largo plazo obtuvo un gran triunfo. Por otro lado, aún no se aclara ni justifica porque en el año 2012 la modernización costaba 1700 millones de dólares y un año después el coste se fijó en 3500 millones de dólares, de la cual un 75% de la inversión total será de procedencia estatal. Una inexplicada circunstancia que amerita una comisión de investigación y una auditoría de la multimillonaria inversión estatal y, en caso de que existan indicios suficientes, iniciar el enjuiciamiento de los principales responsables. No sería ninguna novedad en el país de las autoridades y altos cargos gubernamentales investigados por presuntos delitos económicos.

El triunfo del pensamiento cortoplacista

Los analistas economistas, “especializados en temas energéticos”, presentan una lista de bondades asociadas a la modernización de la refinería de Talara. Miles de puestos de trabajo, miles de millones de dólares de ahorro en importaciones, millones de dólares de ahorro en salud pública gracias a la reducción de los niveles de azufre, una tasa de retorno interno de 9%. Sorprende que una inversión tan rentable no sea abordada por empresas y capitales privados y resulta curioso que una inversión tan “poco” rentable como la explotación, transporte, comercialización y exportación del gas de Camisea se haya entregado a consorcios extranjeros. Curioso razonamiento económico neoliberal, dejar para el Estado las inversiones más suculentas y rentables.

Entre tanto, la empresa española Técnicas Reunidas ya recibió 500 millones de dólares para iniciar el proceso de modernización y aún no se recibe una explicación creíble, sería y técnicamente sustentada sobre el incremento del coste de modernización entre el año 2012 y 2013. En un año, la modernización de Talara paso de 1700 millones a 3500 millones de dólares. Las explicaciones brillan por su ausencia, y aún si existiesen explicaciones algo convincentes, embarcarse en una multimillonaria inversión en un país con escasos recursos petroleros sin una estrategia de sustitución de los derivados de petróleo como política de Estado, es sencillamente inexplicable.

Una de las excusas más defendidas y difundidas por el enfoque economicista cortoplacista es que la modernización de la refinería de Talara incrementará la seguridad energética del país. Al parecer, la mal entendida seguridad energética del país consiste en afianzar la dependencia del Perú de un recurso energético escaso, contaminante y con un entorno geopolítico cuanto menos preocupante. En una reciente entrevista, el Presidente de PetroPerú llegó a afirmar que el Perú dejará de importar crudo. Es una afirmación falaz, que no presenta ningún fundamento técnico y que no resiste el análisis más elemental. Quizás PetroPerú, en Talara, gracias a una inversión pública de miles de millones de dólares, algún día, llegue a dejar de importar crudo, pero el Perú es y seguirá siendo un gran importador de derivados de petróleo. Es una situación simplemente irreversible que bajo la actual política energética representa un suicido energético a largo plazo y pone en peligro el  modelo neoliberal de crecimiento económico.

Además, la multimillonaria inversión servirá para tratar el petróleo pesado de la selva, petróleo de mala calidad, elevados costes de refino y una tasa de retorno energético muy inferior al crudo convencional. Dinero público invertido en asegurar que las empresas privadas extractoras del petróleo pesado puedan venderla a PetroPerú a precios internacionales. El Estado peruano invertirá miles de millones de dólares en garantizar la renta petrolera de empresas privadas, que explotan un recurso natural público no renovable y que las futuras generación no podrán disponer en su estructura económica. Ya en los años 70, el gobierno militar invirtió cientos de millones de dólares en un oleoducto para transportar petróleo de la selva a la costa, una infraestructura sobredimensionada y una de las peores inversiones en la historia del Perú. La sombra del General Velasco Alvarado reaparece casi 50 años después. Un fracaso más que importa, si además, es con dinero público.

El entorno nacional y el fundamentalismo petrolero

El informe “Balance Nacional de Energía 2011” indica que el 95% del consumo de derivados de petróleo en el Perú se destina al transporte terrestre, aéreo y marítimo de personas y mercancías, figura 1. En este sentido, la dependencia del petróleo en el sector transporte es eslabón más débil de la economía nacional. No existe sustituto del petróleo en el transporte en el corto plazo. En cuanto a la producción, PerúPetro en su portal web publica mensualmente la producción de petróleo. A mayo del presente año, el promedio de producción mensual en el Perú apenas superó los 69 mil barriles diarios. Casi 7 mil barriles diarios más que el promedio mensual de producción en el año 2013. Un insignificante incremento de la producción nacional presentado por los acólitos del pensamiento cortoplazista como un incontestable éxito del sector petrolero nacional. No es más que una lenta agonía del sector petrolero.

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Peru 001 Figura 1: Consumo de derivados y producción de petróleo en el Perú a finales del año 2013, MEM y PerúPetro.

Asimismo, según las estadísticas de la transnacional British Petroleum, la diferencia entre consumo y producción fue superior a los 100 mil barriles diarios en el año 2013, figura 2. El consumo de derivados de petróleo en el Perú presenta un crecimiento exponencial en los últimos años. La economía del Perú, caracterizada por exportaciones primarias sin valor añadido, presenta una estrecha correlación entre crecimiento del PBI y el consumo de petróleo. La incapacidad de adquirir petróleo en un entorno internacional complejo implicará necesariamente una reducción de la capacidad de crecimiento de la economía primario-exportadora.

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Figura 2: Diferencia entre producción y consumo de petróleo en el Perú entre 1965 y 2013, BP.

En el año 2013, el consumo de petróleo en el Perú se incremento en un 15% y la producción al parecer se estabilizará en 70 mil barriles diarios en el año 2014. Además, la producción en la selva no reduce las importaciones, ya que el petróleo pesado no se podrá refinar hasta la finalización del proceso de modernización de la refinería de Talara. La producción nacional no alcanzará a cubrir, por más agujeros que realicen en la selva y por más fallidas licitaciones de lotes off-shore, el acelerado crecimiento de la demanda nacional.

El fundamentalismo petrolero de las empresas extractivistas y de las élites gubernamentales, sin una estrategia petrolera inteligente a largo plazo, pretende convencer a la sociedad que es necesario continuar agrediendo la selva en lugar de invertir recursos económicos y humanos en iniciar un proceso de transformación de la matriz energética, fundamentalmente en el sector del transporte. El fundamentalismo petrolero no entiende que el pico del petróleo en el Perú ocurrió en los años 80 y que el yacimiento descubierto mas productivo apenas superó los 100 mil barriles diarios. Esperanzados en encontrar nuevos yacimientos con ingentes recursos se destruye de forma desalmada un recurso natural tan valioso como la biodiversidad de la selva. 

La apuesta cortoplacista y el entorno internacional

Un análisis de la situación nacional indica que el Perú no podrá nunca satisfacer la creciente demanda de derivados de petróleo y que es inexorable abordar un proceso de transformación del insostenible modelo actual de transporte de personas y mercancías. La dependencia del Perú de los precios internacionales del petróleo es tan grave, que en el año 2008 el crecimiento económico ni siquiera alcanzo el 1%. Un infarto económico que nadie quiere recordar y que afecta aún a muchos países europeos.

La situación mundial confirma las peores predicciones en relación al suministro internacional de petróleo. Según la Agencia Internacional de la Energía, la producción de petróleo no superará los 100 millones de barriles diarios y año a año el crudo convencional se reduce irremediablemente, adquiriendo mayor importancia los combustibles líquidos no convencionales, contaminante, caro y escaso, figura 3.

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Figura 3: Evolución del porcentaje de petróleo convencional y no convencional entre 1980 y 2035, IEA.

Además, las graves tensiones en países productores exportadores como Libia, Irak, Iran, Siria, Venezuela y México revelan la gravedad de una situación que parece no desalentar al fundamentalismo petrolero criollo. Un entorno internacional que plantea un escenario de escasez y tensión internacional para aquellos países cuyas economías son excesivamente dependientes del petróleo y sin planes de contingencia serios.

Conclusiones

La multimillonaria inversión de la refinería de Talara pretende convencer a la sociedad peruana que la única estrategia energética a largo plazo es mantener la absurda y suicida dependencia petrolera. Un recurso energético escaso a escala local e internacional y cuya extracción está en manos de un sector privado, especialmente interesado en vender su producción a precios internacionales. El Estado peruano invertirá miles de millones de dolares en garantizar que el petróleo pesado de la selva sea procesado en una refinería estatal, garantizando que las empresas privadas vendan su producción a PetroPerú. Un gran triunfo del fundamentalismo petrolero cortoplacista, un negocio redondo para algunos y una pesada herencia para las futuras generaciones sin petróleo.

13 de Julio del año 2014