HIDRO-EXPORTACIÓN: UN DESASTRE AMBIENTAL ANUNCIADO

La construcción de centrales hidroeléctricas en el Perú sufrió una larga e incomprensible moratoria en las últimas décadas. El objetivo era crear un espacio en el mercado eléctrico al gas natural de Camisea. Probablemente, uno de los más graves errores estratégicos de la clase política dirigente. El Perú en pocos años se ha convertido en un país adicto al gas natural, encadenando a las futuras generaciones a buscar un reemplazo a la nueva droga fósil del siglo XXI.

Perú, el síndrome exportador

La historia del crecimiento económico peruano en los últimos 20 años es la historia de la exportación de recursos mineros, pesqueros y producción agroindustrial, principalmente. Históricamente, la economía del Perú ha jugado un rol fundamentalmente exportador de materias primas en el gran taller del capitalismo internacional. En el sector eléctrico, las limitaciones geográficas han desmotivado la aparición de la fiebre primario exportadora, tan arraigada en otros sectores de la economía nacional. La selva amazónica, y el impredecible coste social y medioambiental asociado, es la principal barrera para los procesos verticales de instauración de una política descaradamente exportadora de energía eléctrica de origen hidráulico. Asimismo, las tensiones políticas y algunos problemas sin resolver con países vecinos desaconsejaba a los actores políticos descubrir la carta exportadora de energía hidroeléctrica, esperando el momento más adecuado para entrar en escena.

A inicios de octubre, el Instituto Nacional de Estadística e Informática, INEI, revelaba unos datos muy esclarecedores de la situación exportadora de algunos sectores de la economía peruana. Según el INEI, las exportaciones de las actividades económicas del sector de la minería e hidrocarburos se redujeron en agosto por quinto mes consecutivo, debido al persistente declive de la producción nacional de oro y cobre. En agosto del año 2014, la producción de oro y cobre se desplomó un 16,23% y 10,26% interanual, respectivamente.

La reducción de las actividades económicas en el sector de la minería e hidrocarburos es crucial para el modelo económico peruano. La minería e hidrocarburos representan el segundo lugar por su aportación al PIB del país, sólo detrás del rubro manufacturero. Además, las exportaciones mineras implican el 60 por ciento de los ingresos de divisas externas. Por otro lado, el INEI indicó que los ingresos por exportaciones en el Perú cayeron un 20,35% interanual en agosto, muy superior al del 4,72% del mes de julio. Asimismo, el consumo de cemento cayó a un 0,65% interanual en agosto, experimentando una reducción por segundo mes consecutivo, aunque inferior al 1,82% del mes de julio. El consumo de cemento es un criterio clave para estimar el comportamiento del sector de la construcción, altamente consumidor de energía, bienes y servicios nacionales e importados.

Los datos del INEI revelan una situación muy compleja para el país y la necesidad de encontrar alternativas y nichos de negocio para los grupos económicos hegemónicos del sector minero y de la construcción: el aprovechamiento de los turbulentos y majestuosos ríos de la amazonía peruana. La construcción de las centrales hidroeléctricas en la selva del Perú servirán para la exportación de energía eléctrica a países como Brasil y Chile. Países cuyas economías también sufrirán una desaceleración económica.

La Amazonía en peligro de destrucción

La intención hidro-exportadora no es algo novedoso, la más sería propuesta de aprovechamiento de los recursos hídricos del Gobierno peruano se reflejó en la Resolución Suprema N° 057-2011-RE. El Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú presentó al Congreso de la República, la documentación relativa al “Acuerdo Energético Perú-Brasil”. El mencionado Acuerdo fue posteriormente remitido a la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, a través del Proyecto de Ley N° 4750, y desde entonces está olvidada en manos de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso.

El “Acuerdo entre el Gobierno de la República del Perú y el Gobierno de la República Federativa del Brasil para el Suministro de Electricidad al Perú y Exportación de Excedentes al Brasil” es un proyecto de Tratado Bilateral, que pretende la construcción de un reducido número de grandes hidroeléctricas – aproximadamente 7200 MW de potencia instalada – en territorio peruano y cuya energía, en un porcentaje no especificado, sería reservada para exportación a Brasil.

Las grandes empresas del sector de la construcción y las empresas eléctricas pretenden refugiarse de la crisis en una especie de cruzada exportadora de energía eléctrica a países vecinos sin considerar el inmenso impacto ecológico que causará la inundación y destrucción de amplios territorios de gran biodiversidad de la selva amazónica. La fiebre exportadora quiere instalar, una vez más, el discurso del miedo. El miedo a que sin esas inversiones el Perú no podrá continuar en la senda del crecimiento económico, tan favorables para algunos y tan esperado para otros. Un crecimiento económico que se enfrenta a serias limitaciones debido a la naturaleza finita del planeta Tierra y a los irreversibles impactos medioambientales que han afectado al normal comportamiento del planeta. Es imposible mantener un incremento infinito en un entrono finito.

La desaceleración económica en el Perú afecta indefectiblemente al consumo eléctrico. Según el INEI, en su informe de octubre del presente año, el consumo eléctrico crece a un ritmo muy inferior a los experimentados hace algunos años. La producción de electricidad creció tan sólo un 4,54% interanual en agosto, mientras que en el mes de julio experimentó un 4,36%, un preocupante estancamiento de sector eléctrico que hace innecesaria la destrucción de la biodiversidad de la selva peruana con la construcción de decenas de grandes instalaciones hidroeléctricas.

Los países vecinos se beneficiarán de la importación de una energía barata cuyos pasivos medioambientales serán trasladados a las futuras generaciones del Perú. Es importante recordar que entre los años 2004 y 2011, la demanda de electricidad se incremento en un 7% de promedio anual, aproximadamente 1800 GWh al año. Por tanto, es necesario exigir una revisión de la planificación del parque generador eléctrico peruano a largo plazo, puesto que la actual situación no amerita la construcción de más centrales hidroeléctricas son innecesarios, causarán un irreversible impacto medioambiental y generarán más gases de efecto invernadero que las centrales térmicas convencionales. En la figura 1. se presentan los planes de construcción de nuevas centrales hidroeléctricas en el Perú hasta el año 2024.

Figura 1: Planificación del incremento de capacidad hidroeléctrica al año 2024, COES.

Figura 1: Planificación del incremento de capacidad hidroeléctrica al año 2024, COES.

Es curioso comprobar de la figura 1, que según el COES las centrales hidroeléctricas en la planificación de expansión de la generación eléctrica hasta el año 2024 apenas cubrirían la demanda eléctrica esperada en el Perú entre los años 2017 y 2024.

Ante una significativa reducción de la demanda eléctrica nacional, en los últimos meses, las concesiones de casi 5000 MW de potencia instalada de origen hidroeléctrico simplemente carecen de sentido. Exportar energía eléctrica para satisfacer un mercado eléctrico que ha sobredimensionado sus expectativas de crecimiento, provocando la destrucción de amplios territorios de la Amazonía es un desastre medioambiental y económico que la población de la selva no estará dispuesta a permitir. El coste social y la destrucción del entorno natural de decenas de comunidades agrícolas y ganaderas es una temática que desborda el análisis del presente artículo, pero son variables complejas a las que tendrá que afrontar el actual y próximos gobiernos nacionales.

Sobriedad, eficiencia energética y energías renovables

El discurso neoliberal ante las puerta de una crisis sistémica de la economía peruana pretende abrir una nueva frontera de exportación primaria. Frente a este planteamiento estrictamente economicista y cortoplacista se propone las líneas básicas de un nuevo modelo eléctrico peruano basado en:

1. Sobriedad y simpleza voluntaria que deberá expresarse en un consumo inteligente y eficiente en diferentes niveles.

2. Implementación de planes de ahorro y eficiencia energética en el sector eléctrico que evite la construcción de nuevas centrales hidroeléctricas

3. Evaluación y repotenciación de las centrales hidroeléctricas existentes.

4. Reforzamiento y aprovechamiento hídrico de los ríos de la costa del Perú – en función de estudios especializados -.

5. Elaboración de un mapa de aprovechamiento hídrico en base a criterios de sostenibilidad medioambiental y biodiversidad, que prohíba en el Perú la construcción de centrales hidroeléctricas en determinadas cuencas hidrográficas, especialmente en aquellas que garantizan la sostenibilidad ambiental y económica de las economías básicas de los pobladores de los territorios afectados.

6. Integración eléctrica con Ecuador con intercambios eléctricos basados en términos económicos justos en función de la complementariedad de ambos sistemas.

7. Reemplazo escalonado y planificado de las centrales de ciclo combinado a gas natural por tecnologías RER y apuesta por un sistema eléctrico distribuido.

8. Elaboración e implementación de una estrategia nacional de electrificación del transporte de personas y mercancías asociada a un plan de construcción de centrales hidroeléctricas de alta montaña, mucho menos agresivas con el medio ambiente que las centrales en los ríos de la selva del Perú.