LA INJUSTIFICABLE MODERNIZACIÓN DE LA REFINERIA DE TALARA

La modernización de la refinería de Talara ha despertado encendidos debates en los medios especializados. La mayoría de los análisis se centran en una visión economicista del proceso de modernización, que a día de hoy implica una inversión de 2 mil 730 millones de dólares con la incertidumbre que ese monto se pueda incrementar. En este análisis se introduce el concepto de seguridad energética de la problemática.

La incomprensión del concepto de seguridad energética

El Perú es un país adicto al petróleo. Un recurso no renovable que ha entrado en un proceso de agotamiento a nivel mundial y bastante escaso a nivel local. Un recurso no renovable muy vulnerable a las tensiones geopolíticas de las principales zonas de producción. Un recurso no renovable cuya volatilidad de precios afecta seriamente a las actividades económicas de los países adictos, como es el caso peruano. Es decir, la inseguridad energética del país es directamente proporcional a su nivel de adicción petrolera. Mayores importaciones de petróleo mayor inseguridad energética del Perú.

La solución más inteligente para un país adicto al petróleo es elaborar e implementar una estrategia de despetrolización, un proceso de desintoxicación petrolera. Una estrategia que inicie un proceso de electrificación del transporte público y de mercancías. La electrificación del transporte de personas y mercancías reduciría significativamente el consumo de petróleo y desacoplaría diversas actividades económicas de un recurso fósil escaso y caro. Menores importaciones de petróleo menor inseguridad energética del Perú. Una premisa que no parece muy difícil de entender.

Una estrategia de desacoplamiento planificado del petróleo incrementará el nivel de invulnerabilidad energética del país. Se reduciría la dependencia de los precios del petróleo, causados por tensiones geopolíticas, desastres naturales, especulaciones del mercado y variaciones de la producción de las refinerías extranjeras que suministran derivados al Perú.

Desde luego existirían sectores económicos como la agricultura, el turismo, la maquinaria de construcción y la petroquímica que exigen un proceso de despetrolización a más largo plazo y dependerían de las variaciones internacionales de los precios hasta que puedan ser reemplazados por biocombustibles nacionales. Aunque sería un volumen de derivados de petróleo mucho menor que el consumido en el transporte. Asimismo, los usuarios de vehículos privados deberán pagar el coste de los derivados de petróleo a precios internacionales. El consumo de petróleo de los usuarios de vehículos privados se deberá satisfacer por un mercado competitivo de distribución de derivados que cumpla con las exigencias nacionales medioambientales.

En resumen, el concepto de inseguridad energética está asociado al nivel de importaciones de petróleo. Esa es la premisa fundamental que al parecer muchos analistas no introducen en sus argumentos sobre la modernización de la refinería de Talara. En la figura 1, se observa que las 2/3 partes del petróleo consumido en el Perú en el año 2012 es importado. Este valor de importaciones sobre producción se incrementa año a año. Nadie puede defender con algo de seriedad que refinar más petróleo importado incrementa el nivel de seguridad energética del Perú.

Figura 1: Nivel de importaciones de petróleo a finales del año 2012, La República.

Las tristes y preocupantes estadísticas de producción nacional

En el último informe de agosto de PerúPetro sobre la producción petrolera se observa que la caída de producción diaria en el año 2013 confirma la tendencia de hace varios años de incesante reducción de la producción nacional de petróleo, figura 2. Con algo de suerte, a finales de año 2013, la producción diaria apenas superará los 60 mil barriles. Asimismo, la demanda en agosto del 2013 ya supera los 215 mil barriles. Es decir, menos producción y más demanda, no es difícil deducir que año a año se incrementa el nivel de importaciones de petróleo, por tanto, se incrementa el nivel de inseguridad energética y el nivel de vulnerabilidad de la emergente economía peruana.

Una tendencia de la producción nacional claramente descendente no se puede asociar con el incremento de la seguridad energética. Ya se pueden reconstruir y modernizar todas las refinerías existentes en el Perú y no se mejorará la seguridad energética porque el país seguirá importando petróleo. La inconsistente idea de que refinar petróleo importado eleva la seguridad energética del país no resiste el menor análisis de seguridad energética. Más demanda y menos producción nacional de petróleo implica mayores volúmenes de petróleo importado, es decir, mayor nivel de inseguridad energética. Puesto que en un futuro cercano existen serias probabilidades de no encontrar importantes yacimientos del petróleo en el país, parece mucho más lógico iniciar una política de despetrolización, que planificar faraónicas obras de modernización en base a un recurso que es escaso en el Perú, según las cifras estadísticas actuales de PerúPetro. Es realmente irresponsable disfrazar la construcción de una nueva refinería con la injustificable falacia de una sustancial mejora de la seguridad energética del país, sin integrar la propuesta en una estrategia de despetrolización, así como, en el reforzamiento real y no en palabras de PetroPerú, que implica la entrega de lotes petroleros con reservas probadas.

Si se descubren importantes yacimientos, en un país con una estrategia de despetrolización en proceso de implementación, el petroleo descubierto se podrá explotar y exportar, generando un gran renta petrolera que permitirá satisfacer las necesidades básicas de las poblaciones dueñas del recurso, los eternamente olvidados.   

Modernas o modernizadas refinerías que emplean un importante volumen de petróleo importado, por reducción de la producción e incremento de la demanda, no incrementan la seguridad energética del país. Las refinerías son un importante elemento de seguridad energética siempre que la producción nacional de petróleo garantice la demanda. En el caso peruano, la empresa que se encarga de la refinación no posee yacimientos propios o sea que debe comprar el petróleo a precios internacionales a empresas productoras nacionales e importar del extranjero una significativa cantidad del petróleo a refinar.

Figura 2: Producción fiscalizada de petróleo en el Perú entre el año 2003 y 2013, PerúPetro.

La modernización de la refinería de Talara y la seguridad energética

El Proyecto de Modernización de la Refinería de Talara consiste en:

  • Incrementar la producción de la refinería de 95 mil barriles diarios
  • Construcción de una unidad de tratamiento de crudo pesado
  • Producción de combustibles limpios con un contenido de azufre de 50 partes por millón

Los defensores de la Modernización de la Refinería de Talara indican que el principal sustento para la realización del proyecto es la garantía de la seguridad energética del país. Ese planteamiento es válido si el Perú fuese un país productor de petróleo. El Perú es un país importador de petróleo. Ni siquiera los descubrimientos de nuevos yacimientos han significado un aumento significativo de la producción de petróleo nacional en los últimos 10 años. Además, el petróleo descubierto en esos nuevos yacimientos es en un gran porcentaje petróleo pesado, algo más caro de extraer y refinar que el petróleo convencional.

En el caso más optimista, si el nivel de producción de petróleo en el Perú se mantuviese en 60 mil barriles diarios hasta el año 2017, fecha anunciada de probable finalización de la modernización, a la modernizada refinería de Talara le sobraría capacidad de refinación de 35 mil barriles diarios, entre petróleo ligero y pesado, que deberá importar. 35 mil barriles más de inseguridad energética. Inseguridad energética es igual a mayor importación de petróleo.

Si la tendencia de reducción continua en los próximos cuatro años, la producción a finales del año 2017 podría alcanzar unos 50 mil barriles diarios, considerando que desde 2009 a 2013 la producción se ha reducido en 10 mil barriles diarios. 45 mil barriles de importación, 45 mil barriles de inseguridad energética. Si en el año 2017, la producción mundial se ha reducido y se mantiene el crecimiento de la demanda de algunos países emergentes, el precio del petróleo alcanzará precios más elevados que el actual, de alrededor de los 100 dólares el barril.

Será difícil convencer a los ciudadanos peruanos que no existe un riesgo real de que la modernizada refinería de Talara podría trabajar en el año 2017 a la mitad de su capacidad. Demasiados cabos sueltos, sin resolver por un Estado incapaz de plantear una estrategia energética integral, para embarcarse en una multimillonaria inversión, y en una coyuntura internacional llena de incertidumbres a corto plazo y una producción nacional de petróleo en franca reducción.

Algunos analistas indican que la reducción de las enfermedades causadas por el alto nivel de azufre y su impacto en las arcas del Estado hace viable el proyecto. Si los 2 mil 730 millones de inversión esperada en la modernización de la refinería se invirtiesen en la construcción de un sistema de transporte electrificado en Lima, se ahorrarían muchos accidentes, muchas vidas humanas, muchas enfermedades y sobre todo se desacoplaría importantes actividades económicas de la dependencia del petróleo. Petróleo que el país ya no produce. Petróleo que el país importa año a año en mayores cantidades.

La inversión esperada en la modernización permitiría construir en Lima más de 200 kilómetros de tranvías y vías ciclistas. El transporte en la ciudad no dependería del petróleo sino de la electricidad y se establecería un modelo más sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Habría mucho menos contaminación y menos gastos del Estado en atender las enfermedades e impacto en la salud de las emisiones del transporte.

Las variaciones del precio del petróleo no afectarían al normal movimiento y desplazamiento de personas y mercancías en la ciudad más importante del Perú. La demanda de petróleo y el volumen de importaciones se reducirían significativamente. La seguridad energética del Perú se incrementaría proporcionalmente, es decir, significativamente, con la implementación acelerada de una estrategia de despetrolización del sector del transporte.

Desde el punto de vista de seguridad energética, nada justifica un gasto tan desorbitado en un negocio con tantas incertidumbres a corto y mediano plazo. Es importante destacar, por tanto, que el planteamiento estatal de seguridad energética, es tan sólo una excusa para justificar la multimillonaria inversión en un gran proyecto energético. La justificación de seguridad energética desvela un gran desconocimiento estatal de otras aspectos de la problemática del petróleo en el Perú.

La inversión en la nueva refinería de Talara tiene mucho más sentido si se enmarcan en una perspectiva a largo plazo de recuperación de la soberanía nacional sobre los recursos naturales energéticos del Perú. La nueva refinería de Talara se debería plantear como el último intento del Estado peruano para la capitalización de un recurso fósil escaso y de cada vez más complicada exploración y extracción, acompañado de un entorno internacional muy complejo y de difícil pronostico a corto y mediano plazo. Por tanto, para minimizar las opciones de un previsible fracaso de la multimillonaria inversión el Estado:

  • Establecer el marco normativo para que PetroPerú pueda participar en la exploración y extracción de petróleo.
  • Devolver a PetroPerú los lotes petroleros, actualmente en explotación, una vez finalizados los contratos correspondientes.
  • Auditar los contratos de los lotes petroleros que no han revertido  PetroPerú y cuyos contratos han sido ampliados sin el debido proceso.
  • Participación activa de PetroPerú en la negociación y suscripción de nuevos contratos de exploración y explotación.

Si el gobierno decide aprobar la financiación del proyecto de modernización de la refinería de Talara, bajo la justificación de seguridad energética y de preservación de la calidad del aire y la salud pública, entonces se deberá incluir una cláusula de responsabilidad ulterior. Así los responsables del más previsible y predecible fracaso económico – en el planteamiento estratégico actual propuesto y descrito de seguridad energética y salud pública – de la historia reciente del Perú serán fácilmente identificados y encausados judicialmente.

Madrid, a 15 de Septiembre del año 2013